Divisão dos Arquivos

O Blog Pablo Neruda Brasil está apresentado em quatro seções obedecendo à data de publicação da matéria:

Arquivo Cecilia Zokner

Os breves textos sobre a poesia de Pablo Neruda foram publicados sob a rubrica Literatura do Continente no jornal O Estado do Paraná, Curitiba e fazem parte, juntamente com outros textos versando sobre Literatura Latino-americana, do Blog http:\\www.literaturadocontinente.blogspot.com.br. Os demais, em outras publicações.

Arquivo Adriana

Chilena de Concepción, amiga desde 1964, quando convivemos em Bordeaux, ao longo dos anos me enviou livros e recortes de jornal sobre Pablo Neruda. Talvez tais recortes sejam hoje, apenas curiosos. Talvez esclareçam algo sobre o Poeta ou abram caminhos para estudos sobre a sua obra o que poderá, eventualmente, se constituir uma razão para divulgá-los.

Arquivo Delson Biondo

Doutor em Literatura na Universidade Federal do Paraná. No ano do centenário de nascimento de Pablo Neruda, convidei Delson Biondo, meu ex-aluno do curso de Letras para trabalharmos sobre “Las vidas del Poeta, as memórias de Pablo Neruda”, constituídas de dez capítulos, publicados, em espanhol, na revista O Cruzeiro Internacional, no ano de 1962. Iniciamos o nosso trabalho com a sua tradução, visando divulgar, no Brasil, esse texto do Poeta que somente anos mais tarde iria fazer parte de seu livro de memórias Confieso que he vivido. Todavia, várias razões impediram que a tradução fosse publicada no Brasil, mas continuamos a trabalhar sobre “Las vidas de Poeta” no que se referia aos aspectos formais comparativamente a esses mesmos textos que passaram a fazer parte de Confieso que he vivido. Além desse estudo comparativo, pretendíamos nos aproximar, minuciosamente de cada um dos capítulos de “Las vidas del Poeta”. A comparação foi realizada e o estudo do primeiro capítulo concluído. Estávamos já, terminando a redação do estudo do segundo capítulo quando Delson Biondo veio a falecer em maio de 2014. Assim, as notas comparativas dos textos nerudianos e o estudo do segundo capítulo de “Las vidas del Poeta” não foram concluídos. Penso que a eles nada devo acrescentar.

Arquivo Aberto

Arquivo Aberto à recepção de trabalhos escritos em português ou espanhol que tratem da obra de Pablo Neruda, obedeçam às normas da ABNT e sejam acompanhados de um breve curriculum do autor. Os trabalhos poderão ser enviados para publicação neste Blog pelo e-mail pablonerudabrasil@gmail.com.

8 de junho de 2016

Las vidas del poeta. Memorias y recuerdos de Pablo Neruda Las entrañas de América Capítulo octavo

Arquivo Delson Biondo

         Compré un periódico. Iba yo andando por una calle de Varenes-Sur-Seine. Pasaba junto al castillo viejo cuyas ruinas enrojecidas por las enredaderas dejaban subir hacia lo alto torrecillas de pizarra. Aquel viejo castillo en que Ronsard y los poetas de la Pléyade se reunieron antaño, tenía para mí un prestigio de piedra y mármol, de verso endecasílabo escrito en viejas letras de oro. Abrí el periódico. Aquel día estallaba la Segunda Guerra Mundial. Así lo decía en grandes caracteres de sucia tinta negra, el periódico que cayó en mis manos en aquella vieja aldea perdida.
            Todo el mundo la esperaba. Hitler se había ido tragando territorios y los estadistas ingleses y franceses corrían con sus paraguas a ofrecerle más ciudades, reinos y seres.
            Una terrible atmósfera de confusión llenaba las conciencias. Desde mi ventana, en Paris, miraba directamente hacia los Invalides y veía salir los primeros contingentes, los muchachitos que nunca supieron vestirse de soldados y que partían para entrar en el gran hocico de la muerte.
            Era triste su partida y nada lo disimulaba. Era como una guerra perdida de antemano, algo indefinible. Las fuerzas chauvinistas recorrían las calles buscando intelectuales progresistas. El enemigo no estaba para ellos en los discípulos de Hitler, en los Laval, sino en la flor del pensamiento francés. Recogimos en la Embajada que había cambiado mucho – al gran poeta Louis de Aragón. Pasó cuatro días escribiendo de día y de noche, mientras las hordas los buscaban para aniquilarlo. Allí, en la Embajada de Chile, terminó su novela “Los viajeros de la Imperial”. Al quinto día, vestido de uniforme, se dirigió al frente. Era su segunda guerra contra los alemanes.
            Me acostumbré en aquellos días crepusculares a esa incertidumbre europea que no tiene revoluciones continuas ni terremotos, pero el veneno mortal de la guerra saturando el aire y el pan. Por temor a los bombardeos, la gran metrópoli se apagaba de noche y esa oscuridad de siete millones de seres juntos, esas tinieblas espesas en la que había que andar en plena ciudad luz, se me quedaron pegadas en la memoria. No había menos tinieblas en las almas. Junto al olor de sangre que llenaba al llamado Occidente se despertaba la codicia. Comenzó en los Consulados el tráfico de los perseguidos.
            Por esos días entré repentinamente a la oficina de un Ministro diplomático de uno de nuestros países de América del Sur. Nunca olvidaré la sorprendente visión que tuve ante mis ojos. Su gran mesa escritorio estaba cubierta de columnas de monedas de oro. Apenas si puso atención a mi entrada. Siguió tomando las monedas y organizando sus columnas. El Ministro era hombre rechoncho y pálido, con escasos cabellos rubios sobre su brillante cabeza. Sus manos regordetas iban y venían desplazando libras esterlinas. Sus blancas manos de monja volaban sobre el oro.
            En unos días el Ministro se había hecho millonario. Joyeros de Amsterdam, comerciantes de Bruselas, judíos acaudalados de todas partes le dejaban esos tesoros y montones de relojes y collares por una visa o un pasaporte .El Ministro recibía los presentes, con sus manos de abadesa firmaba los documentos que garantizaban la escapatoria de los perseguidos, pero, poco después, para que todo quedara en silencio, denunciaba a la Gestapo a los fugitivos. Poco les había servido la flamante documentación.
            Mi Gobierno me mandaba a México y lleno de esa pesadumbre mortal producida por tantos dolores y desorden, llegué en el año 1940 a respirar en la meseta de Anahuac, lo que Alfonso Reyes decía ser la región más transparente del aire.
            México, con su nopal y su serpiente: México florido y espinudo, seco y huracanado, violento de dibujo y de color, violento de erupción y creación, me cubrió con su sortilegio y su luz sorpresiva.
            Lo recorrí por años enteros de mercado a mercado. Porque México está en los mercados. No está en las guturales canciones de película, ni en la falsa charrería de bigote y pistola. México es una tierra de pañolones de color carmín y turquesa fosforescente. México es una tierra de vasijas y cántaros y de frutas partidas bajo un enjambre de insectos. México es un campo infinito de magüeyes de color azul acero y corona de espinas amarillas.
            Todo esto lo dan los mercados más hermosos del mundo en que la fruta y la lana, el barro y los telares, muestran el poderío asombroso de los dedos mexicanos fecundos y eternos.
            La vida intelectual de México hace veintidós años estaba dominada por la pintura.
            Estos pintores de México cubrían la ciudad con historia y geografía, con incursiones civiles, con polémicas ferruginosas. En cierta cima excelsa estaba situado José Clemente Orozco, titán manco y esmirriado, especie de Goya de su fantasmagórica patria. Muchas veces conversé con él. Su persona parecía carecer de la violencia que tuvo su obra. Tenía una suavidad de alfarero que ha perdido la mano en el torno y que con la mano restante debe continuar creando universos. Sus soldados y soldadera, sus campesinos fusilados por mayorales, sus sarcófagos con terribles crucificados, son lo más inmortal de nuestra pintura americana y quedarán como la revelación de nuestra crueldad.
            Diego Rivera había ya trabajado tanto por estos años y se había peleado tanto con todos, que ya el pintor gigantón pertenecía a la fábula. Al mirarlo, me parecía extraño no verle cola con escamas, o patas con pezuña.
            Siempre fue fabuloso Diego Rivera, y antes de la Primera Guerra Mundial había publicado Ilya Ehremburg, en Paris, un libro sobre sus hazañas y mixtificaciones: “Vida y obra de Julio Jurenito”.
            Treinta años después, Diego Rivera seguía siendo maestro de la pintura y de la mentira. Aconsejaba comer carne humana como dieta higiénica de la que disfrutaban los grandes gourmets sin divulgarlo. Daba receta para cocinar gente de todas las edades. Otras veces se empeñaba en teorizar sobre el amor lesbiano sosteniendo que esta relación era la única normal, según lo probaban los vestigios históricos más remotos encontrados en excavaciones que él mismo había ejecutado.
            A veces me conversaba por horas moviendo sus capotudos ojos indios dándome a conocer su origen judío y otras veces, olvidando la conversación anterior, me sostuvo que él era el padre del General Rommel, pero que esta confidencia debía quedar muy en secreto porque su revelación podría traer serios consecuencias internacionales.
            Su tono de persuasión era extraordinarios y su calmosa manera de dar los detalles más ínfimos e inesperados, hacía de él un charlatán maravilloso, cuyo encanto nadie que lo conoció puede olvidar jamás.
            David Alfaro Siqueiros estaba entonces como hoy, en la cárcel.
            Alguien lo había embarcado en una incursión armada a la casa de Trostky. O conocí en la prisión, pero, en verdad, también fuera de ella, porque salíamos con el comandante Pérez Rulfo, Jefe de la cárcel, y no íbamos a tomar unas copas por allí, en donde no se nos viera demasiado. Ya tarde, en la noche, volvíamos y yo abrazaba a David que quedaba detrás de sus rejas.
            Estos volcánicos pintores mantenían a raya la atención pública. A veces sostenían tremendas polémicas. En una de ellas, agotados los argumentos, Diego Rivera y Siqueiros sacaron grandes pistolas y dispararon casi al mismo tiempo, pero contra las alas de los ángeles de yeso del techo del teatro. Cuando las pesadas plumas de yeso comenzaron a caer sobre las cabezas de los espectadores, estos fueron abandonando el teatro y aquella discusión terminó con fuerte olor a pólvora y la sala vacía.
            Rufino Tamayo no vivía por entonces en México. Desde Nueva York se difundieron sus pinturas, abstractas y ardientes, tan representativas de México, como frutas o tejidos de los mercados.
            No hay paralelo entre la pintura de Diego Rivera y la de David Alfaro Siqueiros. Diego es un clásico lineal y con esa línea infinitamente ondulante, especie de caligrafía histórica, fue atando la historia de México y dándole importancia a hechos, costumbres, y tragedias. Siqueiros es la explosión de u n temperamento volcánico que combina asombrosa técnica y largas investigaciones.
            Por causa de Siqueiros  conocí  Guatemala.
            Entre salidas clandestinas de la cárcel y conversaciones sobre cuanto existe, tramamos su liberación definitiva y provisto de una visa que yo mismo estampé en su pasaporte, se dirigió a mi patria, con su mujer, Angélica Arenal.
            México había construido una Escuela en la ciudad de Chiullán, que había sido destruido por los terremotos, y en esa “Escuela México” Siqueiros pintó uno de sus murales extraordinarios, tal vez la única obra de pintura por la que Chile será conocido durante siglos.
            El Gobierno de Chile me pagó este servicio a la cultura nacional, suspendiéndome de mis funciones de Cónsul por dos meses.
            Decidí visitar Guatemala. Hacia allá me encaminé en automóvil. Pasamos por el Istmo de Tehuantepec, región dorada de México, con mueres vestidas como mariposas y un olor a miel y azúcar en el aire. Luego entramos en la gran selva de Chiapas. De noche deteníamos el vehículo asustados por los ruidos, por la telegrafía de la selva. Millares de cigarras emitían un ruido violento, planetario, que parecía increíble. El misterioso México extendía su sombra verde sobre antiguas construcciones, sobre remotas pinturas, joyas y monumentos, cabezas colosales, animales de piedra. Todo esto yacía en la selva, en la millonaria existencia de lo inaudito mexicano. Pasada la frontera, en lo alto de la América Central, el estrecho camino de Guatemala me deslumbró con sus lianas y follajes gigantescos y luego con sus plácidos lagos de la altura como ojos olvidados por dioses extravagantes, y luego pinares y anchos ríos primordiales en que asomaban como seres humanos , fuera del agua, rebaños de sirénidos y lamantinos.
            Pasé una semana conviviendo con Miguel Ángel Asturias, que aún no se re velaba con sus novelas victoriosas. Comprendimos que habíamos nacido hermanos y casi ningún día nos separamos. En la noche planeábamos visitas inesperadas a lejanos parajes de sierras envueltas por la niebla o a puertos tropicales de le United Fruit.
            Los guatemaltecos no podían hablar y ninguno de ellos conversaba de política delante de otro. Las paredes oían. En algunas ocasiones para conversar deteníamos el carro en lo alto de una meseta y allí bien seguros de que no había nadie detrás de un árbol tratábamos ávidamente de la situación.
            El caudillo se llamaba Ubico y gobernaba desde hacía muchísimos años. Era un hombre corpulento de mirada fría, consecuentemente cruel. El dictaba la ley y nada se movía en Guatemala sin que él expresamente lo dispusiera. Conocí a uno de sus secretarios, ahora amigo mío, revolucionario. Por haberle discutido algo, un pequeño detalle, lo hizo amarrar allí mismo a una columna del despacho y lo azotó sin piedad.
            Los jóvenes poetas me pidieron un recital de mi poesía.
Enviaron un telegrama a Ubico quien lo aceptó. Todos mis amigos y jóvenes estudiantes llenaban el local. Leí con gusto mis poemas porque me parecían que abrían la ventana de aquella prisión tan vasta.  El Jefe de Policía se sentó conspicuamente en primera fila. Luego supe que cuatro ametralladoras se habían emplazado hacia mí y hacia el público y que estas funcionarían cuando el Jefe de Policía, ostensiblemente, abandonara su butaca interrumpiendo el recital.
            Pero no pasó nada, pues allí se quedó hasta el fin oyendo mis versos.
            Luego quisieron presentarme al Dictador, que tenía locura napoleónica. Se dejaba un mechón sobre la frente, retratándose con frecuencia en la pose de Bonaparte. Me dijeron que era peligroso rechazar tal sugerencia, pero yo preferí no darle la mano y regresé rápidamente a México.
            En México, la sal del mundo se había reunido. Escritores exilados de todos los países se habían reunido bajo la libertad mexicana, en tanto la guerra se prolongaba en Europa, con victorias tras victorias de las fuerzas de Hitler, que ya habían ocupado Francia e Italia. Allí estaban Ana Seghers y el hoy desparecido humorista checo Egon Erwin Kish, entre otros. Este Kish dejó escritos algunos libros fascinantes y yo admiraba mucho su gran ingenio, curiosidad y conocimientos de prestidigitación. Apenas entraba a mi casa me sacaba un huevo de una oreja o de una en una se iba tragando hasta siete monedas que bastante falta le hacían al pobre grande escritor desterrado. Ya nos habíamos conocido en España y como él tenía una insistente curiosidad de saber por qué motivo mi apellido de adopción era Neruda, yo le decía en broma: - Gran Kish, tú fuiste el descubridor del misterio del Coronel Redl (famoso caso de espionaje en Austria en 1914), pero nunca aclararás el misterio de mi nombre Neruda. Y así fue. Murió en Praga, en medio de todos los honores que alcanzó a darle su patria, pero nunca pudo saber aquel genial intruso profesional por qué Neruda se llama Neruda.
            La respuesta era demasiado simple y me parecía tan falta de sensación que me la callaba cuidadosamente. Teniendo 14 años de edad, mi padre perseguía denodadamente mi actividad literaria. No estaba de acuerdo con tener un hijo poeta. Para publicar mis primeras poesías me busqué un nombre que lo despistara totalmente y encontré en una revista este nombre checo, sin saber siquiera que se trataba de un gran escritor venerado por todo un pueblo y con monumento erigido en el barrio de Mala Strana, en Praga. Apenas llegado muchos años después a Praga puse una flor a os pies de su estatua barbuda.
            Llegaban a mi casa los españoles Wenceslao Roces, de Salamanca y Constancia de la Mora, republicana, pariente del Duque de Maura, cuyo libro “In Place of Splendor” fue un “beste seller” en Norteamérica, y León Felipe, Juan Rejano, Moreno Villa, Herrera Petere, poetas, Miguel Prieto, Rodriguez Luna, pintores, todos españoles. Los italianos Vittorio Vidale, famoso por haber sido el Comandante Carlos do 5º  Regimiento, y Mario Montagnana, desterrados italianos, llenos de recuerdos, de asombrosas historias y de cultura siempre en movimiento. Por ahí andaba también Jacques Soustelle y Gilbert Medioni. Estos eran los jefes deguallistas, representantes de Francia Libre. Además pululaban los exilados voluntarios o forzosos de Centro América, guatemaltecos, salvadoreños, hondureños. Todo esto llenaba a México de un interés multinacional y a veces mi casa, vieja quinta del barrio de San Ángel, latía como si allí estuviera el corazón del mundo.
            Con este Soustelle, que entonces era socialista de izquierda y que ahora ha dado tanto que hacer al Presidente De Gaulle, como Jefe político de los golpistas de Argelia, me paso algo que debo relatar:
            Había avanzado el 1941. Os nazis habían sitiado Leningrado y avanzaban en territorio soviético. Los zorros militaristas japoneses comprometidos en el eje Berlín-Roma-Tokio, corrían el peligro de que Alemania ganara la guerra y se quedaran ellos sin parte en el botín. Diversos rumores circulaban por el mundo. Se señalaba la hora cero en que el inmenso poder japonés se desatara en Extremo Oriente. Mientras tanto, una Misión del Paz Japonesa hacía zalemas en Washington al Gobierno norteamericano. No cabía duda de que los japoneses atacarían de pronto y por sorpresa, ya que la “guerra relámpago” era la moda sangrienta de la época.
            Debo contar, para que mis historia se comprenda, que una vieja línea de vapores japoneses unía al Japón con Chile. Yo viajé más de una vez en esos barcos y los conocía muy bien. Se detenían en nuestros puertos y sus capitanes se dedicaban a comprar hierro viejo y a tomar fotografías. Tocaban todo el litoral chileno, peruano y ecuatoriano y seguían hasta el puerto mexicano de Manzanillo, desde donde enfilaban la proa hacia Yokohama atravesando el pacífico.
            Pues bien, un día, siendo yo aún Cónsul General de Chile en México, recibí la visita de siete japoneses que pedían apresuradamente una visa para Chile. Habían llegado hacía solamente algunas horas a México. Venían del litoral norteamericano, de San Francisco, de Los Ángeles, y de otros puertos. Sus rostros denotaban inquietud. Estaban bien vestidos y documentados. Tenían traza de Ingenieros o Industriales ejecutivos.
            Les pregunté, naturalmente, por qué querían partir a Chile en el primer avión, ya que recién habían llegado. Me respondieron que deseaban tomar un barco en el puerto chileno de Tocopilla, puerto salitrero del norte de Chile. Les respondí que para tal cosa no necesitaban viajar a Chile, en el otro extremo del Continente, puesto que esos barcos japoneses tocaban el puerto de Manzanillo, donde podían dirigirse a pie si querían y llegarían a tiempo.
            Se miraron y sonrieron confusos. Hablaron entre sí, en su idioma. Se consultaron con el Secretario de la Embajada japonesa, que los acompañaba.
            Este resolvió ser franco conmigo y me dijo: - Mire, colega, sucede que este barco no pasará más al norte de Tocopilla y, por lo tanto, no tocará en Manzanillo. Es, pues, en el puerto chileno en donde lo deben tomar estos distinguidos especialistas.
            Rápidamente pasó por mi cabeza la visión confusa de hallarme, ante algo muy importante. Les pedí sus pasaportes, sus fotografías, sus datos de trabajo en los Estados Unidos, etc. Y en seguida les dije que volvieran al día siguiente.
            No lo aceptaron. La visación la necesitaban de inmediato y pagarían cualquier precio por ella.
            Como lo que yo trataba era de ganar tiempo, les expresé que no estaba
en mis atribuciones otorgar visas en forma instantánea y que hablaríamos al día siguiente.
            Me quedé solo.
            Poco a poco se fue recomponiendo en mi cabeza el enigma. ¿Por qué la huida desde Norteamérica y la extrema urgencia de la visación? Y el barco japonés, por primera vez en 30 años, desviando su ruta ¿Qué quería decir esto?
            No se podía llegar a otra conclusión. Se trataba de un grupo importante y bien informado, con toda seguridad del espionaje japonés, que escapaba de Estados Unidos, ante la eminencia de algo grave por suceder. Y esto no podía ser otra cosa que la participación de Japón en la guerra. Los japoneses que huían estaban en el secreto.
            La conclusión a que llegué me produjo un nerviosismo extremo. ¿Qué podía hacer?
            De los representantes de los Aliados en México no conocía ni a ingleses ni a norteamericanos. Sólo a Soustelle y Medioni, acreditados oficialmente como representantes del Movimiento del General de Gaulle y con acceso al Gobierno mexicano.
            Me comuniqué con ellos rápidamente. Les expliqué la situación. Teníamos allí los nombres y datos de esos japoneses. ¿Si se decidían a intervenir quedarían atrapados. A alguno de ellos no le seduciría el harakiri y preferiría hablar. Entusiasmado argumenté con impaciencia ante la impasibilidad de los franceses:
-Jóvenes diplomáticos, les dije, llénense de gloria y sáquenle el secreto a estos nipones. Por mi parte, no les doy la visa. Pero tomen una resolución inmediata. Ahora todo depende de ustedes.
            Este tira y afloja duró dos días más. Soustelle no se interesó en el asunto. No quisieron hacer nada. Yo no podía ir más allá.
            Rechacé la solicitud de visa a los japoneses, pero éstos se proveyeron rápidamente de pasaportes diplomáticos y la Embajada de Chile se encargó de que llegaran a tiempo para embarcarse en Tocopilla.
            Una semana después el mundo despertaba con el anuncio del bombardeo de Pearl Harbour.
            En las Memorias como en la vida se apretujan muchas cosas disímiles en un mismo cajón. Y aquí me toca hablar después de estos japoneses misteriosos de mis no menos misteriosos caracoles.
            Se publicó en un diario de Chile, hace años, que cuando mi buen amigo el célebre profesor Julian Huxley llegó a Chile, en el aeropuerto, preguntó por mí:
-              El poeta Neruda, le respondieron los periodistas.
-              No, contestó. No conozco a ningún poeta Neruda. Quiero hablar con el malacólogo Neruda.
            Esta palabra griega, malacólogo, significa el especialista en moluscos.
            Me dio gran placer esta historieta destinada a molestarme, y que no podía ser verdadera porque nos conocíamos con Huxley desde hacía años y, por cierto, que es un tipo chispeante y mucho más vivo y auténtico que su famoso hermano Aldous.
            En México me fui por las playas, me sumergí en las aguas transparentes y cálidas, y recogí maravillosas conchas marinas. Luego en Cuba y en otros sitios, así como por intercambio y compra, regalo y robo (no hay coleccionista honrado), mi tesoro marino se fue acrecentando hasta llenar habitaciones y habitaciones en mi casa.
            Tuve las especies más raras de los mares de China y Filipinas, del Japón y del Báltico, caracoles antárticos y polymitas cubanas, o caracoles pintores vestidos de rojo o azafrán, azul y morado, como bailarinas del Caribe.
A decir verdad, las pocas especies que me faltaron fue un caracol de tierra de Mato Grosso brasileño y que vi una vez y no pude comprar, ni viajar a la selva para recogerlo. Era totalmente verde, con una belleza de esmeralda joven.
            Exageré este caracolismo hasta visitar mares remotos. Mis amigos también comenzaron a buscar conchas marinas, a encaracolarse.
            En cuanto a los que me pertenecían, cuando ya pasaron de quince mil, empezaron a ocupar todas las estanterías y a caerse de las mesas y de las sillas. Los libros de caracología o malacología, como se los llame, llenaron mi biblioteca. Un día lo agarré todo y en inmensos cajones los llevé a la Universidad de Chile, haciendo así mi primera donación al Alma Mater. Ya era una colección famosa. Como buena institución sudamericana, mi Universidad los recibió con loores y discursos y los sepultó n un sótano. Nunca más se han visto.
            Mi oficio de Cónsul General de Chile en México era para mí cada día más difícil. Mientras estuve lejos, destacado en las islas del lejano Archipiélago, susurraba el mar y el silencioso mundo estaba lleno de cosas que hablaban a mi soledad. Pero las guerras frías y calientes mancharon el Servicio Consular y fueron haciendo de cada representante un autómata sin personalidad, que nada puede decidir y cuya labor se aproxima sospechosamente a la de la policía.
            El ministerio me encargaba que averiguara los orígenes raciales de las gentes, africanos, asiáticos o israelitas. Ninguno de estos grupos humanos podía entrar a mi patria.
            Esta pretensión de algunas naciones sudamericanas, productos ellas mismas de múltiples cruzamientos y mestizajes, es una tara de tipo colonial. Se pretende que unos cuantos snobs, escrupulosamente blancos o blancuzcos, puedan presentarse en sociedad ante los arios puros o los turistas sofisticados. Por suerte todo eso va quedando atrás y la ONU se está llenando de representantes negros y mongólicos, es decir, el follaje de las razas humanas está mostrando, con la savia de la inteligencia que asciendo, todos los colores de sus hojas.
            Terminé por fatigarme y un día cualquiera renuncié a mi puesto de Cónsul General para siempre. El Ministerio se apresuró a aceptar el fin voluntario de mi carrera.
            Mi suicidio diplomático me proporcionó la más grande alegría: la de poder regresar a Chile. Pienso que el hombre debe vivir en su patria y creo    que el desarraigo de los seres humanos es una frustración que de alguna manera u otra entorpece la claridad del alma. Yo no puedo vivir sino en mi propia tierra, sin poner los pies, las manos y el oído en ella, sin sentir la circulación de sus aguas y de sus sombras sin sentir como mis raíces buscan en ella las sustancias maternas.
            Pero antes de llegar a Chile hice otro descubrimiento que agregaría una nueva estrata al desarrollo de mi poesía.
            Me detuve en el Perú y subí hasta las ruinas de Machu Picchu. Ascendimos a caballo, por entonces no había carretera, y desde lo alto vi las antiguas construcciones de piedra rodeadas por las altísimas cumbres de los Andes verdes. Desde la ciudadela carcomida y roída por el paso de los siglos se despeñaban torrentes y masas de neblina blanca, se levantaban desde el rio Wilcamayo. Me sentí infinitamente pequeño en el centro de aquel ombligo de piedra, ombligo de un mundo deshabitado, mundo orgulloso y eminente, al que de algún modo yo pertenecía. Sentí que yo mismo había trabajado allí en alguna etapa lejana cavando surcos, alisando peñascos.
            Me sentí chileno, peruano, americano. Había encontrado en aquellas alturas difíciles, entre aquellas ruinas gloriosas y dispersas, una profesión de fe para la continuación de mi canto.
            Allí nació mi poema “Alturas de Machu Picchu”.



Estudo comparativo

A primeira transcrição se refere ao texto Las vidas del Poeta, Memorias y recuerdos de Pablo Neruda, publicado pela revista O Cruzeiro Internacional em 1962, reproduzido aqui e com a indicação em negrito do que foi mudado em Confieso que he vivido (Barcelona, Seix Barral, 1974). A segunda transcrição é antecedida da menção da página em que ocorreu a mudança em Confieso que he vivido.

Mudança de título

Las entrañas de América, título do capítulo VII da revista O Cruzeiro internacional, foi mudado no capítulo VI de Confieso que he vivido para México florido y espinudo.

Mudança de pontuação

Recogimos en la Embajada que había cambiado mucho - al gran poeta Louis  Aragón
Pág.207  Recogimos en la embajada, que había cambiado mucho, al gran poeta Louis Aragón.


Mi Gobierno me mandaba a México y lleno de esa pesadumbre moral
Pág.213  Mi GOBIERNO me mandaba a México. Lleno de esa pesadumbre moral


los mercados más hermosos del mundo en que la fruta y la lana
Pág.213  los mercados más hermosos del mundo. La fruta y la lana


Siempre fue fabuloso Diego Rivera, y antes de la Primera Guerra Mundial
Pág.217  Siempre fue invencionero Diego Rivera. Antes de la primera guerra mundial


Dándome a conocer su origen judío y otras veces,
Pág.217  y me daba a conocer su origen judío. Otras veces


-El poeta Neruda, le respondieron los periodistas.
Pág. 117   -El poeta Neruda? – le respondieron los periodistas.


Diego es un clásico lineal y con esa línea infinitamente ondulante,
Pág. 219 Diego es un clásico lineal; con esa línea infinitamente ondulante


tramamos su liberación definitiva, y provisto de una visa
Pág.219  tramamos Siqueira y yo su liberación definitiva. Provisto de una visa


me busqué un nombre que lo despistara totalmente y encontré en una revista
Pág.223  me busqué un apellido que lo despistara totalmente. Encontré en una revista


de Salamanca y Constancia de la Mora, republicana
Pág.223  de Salamanca, y Constancia de la Mora, republicana


Estaban bien vestidos y documentados. Tenían traza de Ingenieros o Industriales ejecutivos
Pág.225  Estaban bien vestidos y documentados, tenían traza de ingenieros o industriales ejecutivos


¿Por qué la huida desde Norteamérica y la extrema urgencia de la visación? 
Pág.225  Por que la escapatoria precipitada desde Norteamérica y la extrema urgencia de la visación?


¿Qué podía hacer?
Pág. 226 qué podía hacer?


-Jóvenes diplomáticos, les dije, llénense de gloria y sáquenle el secreto a estos nipones.
Pág. 226  - Jóvenes diplomáticos – les dije- Llénense de gloria y descubran el secreto de estos agentes nipones.


Tuve las especies más raras de los mares de China y Filipinas, del Japón y del Báltico, caracoles antárticos y polymitas cubanas, o caracoles pintores.
Pág.227  Tuve las especies más raras de los mares de China y Filipinas, del Japón y del Báltico; caracoles antárticos y polymitas cubanas; o caracoles pintores


-El poeta Neruda, le respondieron los periodistas
Pág.227 – El poeta Neruda? – le respondieron los periodistas



Ascendimos a caballo por entonces no había carretera, y desde lo alto
Pág.235  Ascendimos a caballo. Por entonces no había carretera. Desde lo alto
roída por el paso de los siglos se despeñaban torrentes  y masas de neblina blanca
Pág.235  roída por el paso de los siglos se despeñaban torrentes. Masas de neblina blanca


ombligo de piedra, ombligo de un mundo deshabitado,
Pág. 235  ombligo  de piedra; ombligo de un mundo deshabitado,


Quebra de parágrafo

Yo le decía en broma: - Gran Kish, tú fuiste el descubridor del misterio del Colonel Redl
Pág.223  Yo le decía en broma;
                -Gran Kish, tú fuiste el descubridor del misterio del colonel Redl


Este resolvió ser franco conmigo y me dijo: - Mire, colega, sucede que este barco
Pág.225  Este resolvió ser franco conmigo y me dijo:
            -Mire, colega, su cede que este barco


Eliminação de maiúscula

Embajada
Pág.207  embajada


Segunda Guerra Mundial
Pág.207  segunda guerra mundial


Recogimos en la Embajada que había cambiado mucho
Pág.207   Recogimos en la embajada que había cambiado mucho


Primera Guerra Mundial
Pág.217  primera guerra mundial


General
Pág.217  general


Jefe de la Cárcel
Pág.218  jefe de la cárcel


Escuela
Pág.219  escuela


Cónsul
Pág.219  cónsul


Gobierno de Chile
Pág.219   gobierno de Chile


Embajador de Chile
Pág.220   embajador de Chile


Dictador
Pág.221 dictador


Jefe de Policía
Pág.221  jefe de policía


Coronel Redl
Pág.  223 coronel Redl


Duque
Pág.223   duque


Comandante
Pág.223   comandante


Jefe
Pág.224 jefe


Misión de Paz
Pág. 224 misión de paz


Gobierno norteamericano
Pág.224  gobierno norteamericano


Cónsul general
Pág.224  cónsul general


Ingenieros o Industriales
Pág.225  ingenieros o industriales


Continente
Pág.225   continente


Secretario de Embajada
Pág.225 secretario de embajada


Gobierno mexicano
Pág.226 gobierno mexicano

Embajada
Pág.226  embajada


Archipiélago
Pág.228  archipiélago


Servicio Consular
Pág.228  servicio consular


Ministério
Pág.228  ministerio


Grafia de nomes próprios

Centro América
Pág.224   Centroamérica


De Gaulle
Pág.226   De Gaulle


Machu Picchu
Pág.235  Macchu Picchu


Palavras estrangeiras

Pléyade
Pág.207   Pléiade


Mudança de caracteres gráficos

“Los viajeros de la Imperial”
Pág.207  Los viajeros de la Imperial


“Vida y andanzas de Julio Jurenito”
Pág.217   Vida y andanzas de Julio Jurenito

“best seller”
Pág.223  bestseller


“In Place of Splendor”
Pág.223  In Place of Splendor


(famoso caso de espionaje en Austria en 1914)
Pág.  223 – famoso caso de espionaje acaecido en Austria en 1914  –


Acréscimo de palabras

pero el veneno mortal
Pág.207  pero mantiene el veneno mortal


canciones de películas
Pág.213   canciones de las películas


los detalles más ínfimos e inesperados, hacía de él un charlatán  maravilloso
Pág.217   los detalles más ínfimos e inesperados de sus mentiras, hacían de él un charlatán maravilloso


como frutas o tejidos
Pág. 219  como las frutas o los tejidos


tramamos su liberación definitiva
Pág.219  tramamos Siqueiros y yo su liberación definitiva


Las paredes oían
Pág.220   Las paredes oían y delataban

despacho y lo azotó sin piedad
Pág. 220   despacho presidencial y lo azotó sin piedad


y luego pinares
Pág.220   y por ultimo con pinares


Los guatemaltecos no podían hablar
Pág. 220 Los  guatemaltecos no tenían derecho a hablar.


abandonara su butaca interrumpiendo el recital
Pág.221  abandonara su butaca e interrumpiera el recital


Y yo admiraba mucho su gran ingenio, curiosidad y conocimientos de prestidigitación.
Pág.222 y yo admiraba mucho su gran ingenio, su infantil entremetimiento y sus conocimientos de prestidigitación.


(famoso caso de espionaje en Austria en 1914)
Pág.223 – famoso caso de espionaje acaecido en Austria en 1914 –


darle su patria
Pág.223   darle su patria liberada


venerado por todo un pueblo y con monumento erigido en el barrio de Mala Strana
Pág.223 venerado por todo un pueblo, autor de muy hermosas baladas y romances y con monumento erigido en el barrio Mala Strana de Praga


Había avanzado el 1941
Pág.224   Había avanzado el año de 1941


tomar un barco en el puerto chileno
Pág.225 tomar un barco japonés en el puerto chileno


puesto que esos barcos japoneses
Pág. 225  puesto que esos mismos barcos japoneses


Si se decidían
Pág.226  Si los franceses se decidían


Yo no podía ir más allá
Pág.226 Y yo, simple cónsul chileno,  no podía ir más allá


¿Por qué la huida desde Norteamérica y la extrema urgencia de la visación?
Pág.225  Por qué la escapatoria precipitada desde Norteamérica y la extrema urgencia de la visación?


Pero tomen una resolución inmediata
Pág.226   Pero ustedes deben tomar una resolución  inmediata


sáquenle el secreto a estos nipones
Pág.226  y descubran el secreto de estos agentes nipones


Yo no puedo vivir sino en mi propia tierra, sin poner los pies, las manos y el oído en ella, sin sentir la circulación de sus aguas y de sus sombras, sin sentir como mis raíces buscan en ella las sustancias maternas.
Pág.235   Yo no puedo vivir sino en mi propia tierra; no puedo vivir sin poner los pies, las manos y el oído en ella, sin sentir la circulación de sus aguas y de sus sombras, sin sentir cómo mis raíces buscan en su légamo las substancias maternas.


Substituição de palavras

buscando intelectuales progresistas
Pág. 207 en persecución de intelectuales progresistas


que no tiene revoluciones continuas ni terremotos
Pág. 207 que no sufre revoluciones continuas ni terremotos


tinieblas espesas en la que había
Pág.207   tinieblas espesas en las que había (sic)


el periódico que cayó en mis manos
Pág.207 el diario que cayó en mis manos


Una terrible atmósfera de confusión
Pág. 207  una terrible humareda de confusión


decía ser la región más transparente
Pág. 213 ponderaba como la región más transparente


de color azul acero
Pág. 213   de tinte azul acero


debe continuar creando universos
Pág.217  se siente obligado a continuar creando universos


no verle cola con escamas
Pág. 217 no descubrirle colas con escamas


siempre fue fabuloso Diego Rivera
Pág.217 Siempre fue invencionero Diego Rivera


de la pintura y de la mentira
Pág.217  de la pintura y de la fabulación


él mismo había ejecutado
Pág.217 él mismo había dirigido


Me sostuvo que él era el padre del General Rommel
Pág.217  me juraba que él era el padre del general Rommel


la sala vacía
Pág. 219  una sala vacía


sus pinturas abstractas y ardientes
Pág.   218 sus pinturas complejas y ardientes


dándole importancia a hechos
Pág.219  dándole relieva a hechos


se dirigió a mi patria
Pág.219   se dirigió a Chile


En algunas ocasiones para conversar deteníamos el carro en lo alto de una meseta
Pág. 220   En algunas ocasiones deteníamos el carro en lo alto de una meseta


que abrían la ventana
Pág.221   que entreabrían la ventana


pues allí se quedó
Pág.221  pues el tipo se quedó


se habían reunido bajo
Pág.222 habían acampado bajo


curiosidad y conocimientos
Pág.222   su infantil entremetimiento y sus conocimientos


Me sacaba un huevo de una oreja
Pág.222   se sacaba un huevo de una oreja


él tenía una insistente curiosidad
Pág.222   él manifestaba la insistente curiosidad


o de una en una se iba tragando hasta siete monedas
Pág.222  o se iba tragando por cuotas hasta siete monedas


tan falta de sensación
Pág.223  tan falta de maravilla


al pobre grande escritor
Pág.223 al pobre gran escritor


Teniendo 14 años de edad
Pág.223  Cuando yo tenía 14 años de edad


me busqué un nombre
Pág.223 me busqué un apellido


nunca pudo saber
Pág.223 nunca lograría saber


línea de vapores japoneses unía al Japón con Chile
Pág.224  línea nipona de vapores unía al Japón con Chile


en Praga
Pág. de Praga


me pasó algo que debo relatar
Pág.224   me sucedió algo que debo relatar


y avanzaban en territorio soviético
Pág.224  y se adentraban en territorio soviético


¿Por qué la huida desde Norteamérica?
Pág. 225   Por qué la escapatoria precipitada desde Norteamérica?


yo trataba era de ganar tiempo
Pág.225   yo procuraba era de ganar tiempo


les  expresé
Pág.225   les manifesté


Los japoneses que huían estaban en el secreto
Pág.226   Los japoneses que huían estaban en el secreto


de los Aliados en México
Pág.226  de las naciones aliadas en México


Teníamos allí los nombres
Pág.226  Teníamos en las manos los nombres


llénense de gloria y sáquenle el secreto a estos nipones
Pág.226 descubran el secreto de estos agentes nipones


Julian Huxley llegó a Chile
Pág.227   Julian Huxley llegó a Santiago


Haciendo de cada representante
Pág. 228    haciendo de cada cónsul


El Ministerio me encargaba que averiguara los orígenes raciales
Pág. 228 El ministerio me imponía que averiguara los orígenes raciales


Sentí que yo mismo había trabajado allí
Pág.235   Sentí que mis propias manos habían trabajado allí


Buscan en ella las sustancias maternas
Pág.235   buscan en su légamo las sustancias maternas


Eliminação de palabras

Más hermoso del mundo en que la fruta y la lana
Pág.213 más hermosos del mundo. La fruta y la lana


La vida intelectual de México hace veintidós años estaba dominada por la pintura
Pág.216  La vida intelectual de México estaba dominada por la pintura


dieta higiénica de la que disfrutaban los grandes gourmets
Pág.217  dieta higiénica y de grades gourmets


David Alfaro Siqueiros estaba entonces, como hoy, en la cárcel
Pág.218   David Alfaro Siqueiros estaba entonces en la cárcel


pero nunca pudo saber aquel genial intruso profesional
Pág.223  pero nunca lograría investigar aquel intruso profesional


La respuesta era demasiado simple y me parecía tan falta de sensación que me la callaba cuidadosamente
Pág.223   La respuesta era demasiado simple y tan  falta de maravilla que me la callaba cuidadosamente


en el puerto chileno en donde lo deben tomar
Pág.225 en el puerto chileno dono lo deben tomar


Eliminação de frases

 en esa “Escuela México”  Siqueiros pintó uno de sus murales extraordinarios, tal vez la única obra de pintura por la que Chile será conocido durante siglos. El Gobierno de Chile me pagó este servicio
Pág.219  y  en esa “Escuela México”, Siqueiros pinto uno de sus murales extraordinarios. […] El gobierno de Chile me pagó este servicio


largas investigaciones.
            Por causa de Siqueiros conocí Guatemala
Pág.219   largas  investigaciones  [...]


pedían apresuradamente una visa para Chile. Habían llegado hacia solamente algunas horas a México. Venían del litoral norteamericano.
Pág.225   pedían apresuradamente una visa para Chile.[…] Venían del litoral norteamericano


Si se decidían a  intervenir quedarían atrapados. A algunos de ellos no les seduciría el harakiri y preferiría hablar. Entusiasmado argumenté
Pág. 226  Si los franceses se decidían a intervenir, quedarían atrapados.[…] Argumenté entusiasmado

Por mi parte, no les doy la visa. Pero tomen una resolución inmediata. Ahora todo depende de ustedes.
Pág,226  Por mi parte, no les doy la visa. […]  Pero ustedes deben tomar  una resolución inmediata.


Nunca más se han visto.
            Mi oficio de Cónsul General de Chile en México era para mí cada día más difícil.
Pág.228   Nunca más se han visto […]


Eliminação de parágrafo

tinieblas espesas en la que había que andar en plena ciudad luz, se me pegaron en la memoria. No había menos tinieblas en las almas. Junto al olor de sangre que llenaba al llamado Occidente se despertaba la codicia. Comenzó en los Consulados el tráfico de los perseguidos.
            Por esos días entré repentinamente a la oficina de un Ministro diplomático de unos de nuestros países de América del Sur. Nunca olvidaré la sorprendente visión que tuve ante mis ojos. Su gran mesa escritorio estaba cubierta de columnas de monedas de oro. Apenas si puso a tención a mi entrada. Siguió tomando las monedas y organizando sus columnas. El Ministro era un hombre   rechoncho y pálido, con escasos cabellos rubios sobre su brillante cabeza. Sus   manos regordetas iban y venían desplazando las libras esterlinas. Sus blancas manos de monja volaban sobre el oro.
            En unos días el Ministro se había hecho millonario. Joyeros de Amsterdam, comerciantes de Bruselas, judíos acaudalados de todas partes le dejaban esos tesoros y montones de relojes y collares por una visa o un pasaporte. El Ministro recibía los presentes, con sus manos de abadesa firmaba los documentos que garantizaban la escapatoria de los perseguidos, pero, poco después, para que todo quedara en silencio, denunciaba a la Gestapo  los fugitivos. Poco les había servido la flamante documentación.
Pág. 208  tinieblas espesas en la que había que andar en plena ciudad luz, se me pegaron en la memoria. No había menos tinieblas en las almas. Junto al olor de sangre que llenaba al llamado Occidente se despertaba la codicia. Comenzó en los Consulados el tráfico de los perseguidos.[…]


Una semana después el mundo despertaba con el anuncio del bombardeo de Pearl Harbour.
            En las memorias como en la vida se apretujan muchas cosas disímiles en un mismo cajón. Y aquí me toca  hablar después de esos japoneses misteriosos de mis no menos misteriosos caracoles.
Pág.226  |Una semana después el mundo despertaba con el anuncio del bombardeo de Pearl Harbour.[…]


Mudanças sintáticas

Los jóvenes poetas
Pág.220 Los poetas jóvenes


ostensiblemente, abandonara
Pág.221  abandonara ostensiblemente


En México la sal del mundo se había reunido
Pág.222 La sal del mundo se había reunido en México


Apenas llegado muchos años después a Praga puse una flor
Pág.223 Apenas llegado de Checoeslovaquia, muchos años después, puse una flor


línea de vapores japoneses unía al Japón con Chile
Pág.224  línea nipona de vapores unía al Japón con Chile.


entusiasmado argumenté
Pág.226   Argumenté entusiasmado


Renuncié a mi puesto de Cónsul general para siempre.
Pág.228   renuncié para siempre a mi puesto de Cónsul general


Mudança de tempo verbal


dándome a conocer
Pag.217   y me daba a conocer


no se revelaba
Pág.220   no se había revelado



ostensiblemente abandonara su butaca interrumpiendo el recital
Pág.221   abandonara ostensiblemente su   butaca e interrumpiera el recital


murió en Praga
Pág.223   Moriría en Praga


por qué Neruda se llama Neruda
Pág.223   por qué Neruda se llamaba Neruda


Nunca pudo saber
Pág.223   nunca lograría investigar


que ahora ha dado
Pág.224   que años más tarde daría


Los nazis habían sitiado Leningrado
Pág. 224 Los nazis sitiaban Leningrado


se desatara en Extremo Oriente
Pág.224   se desataría en Extremo Oriente


desviando su ruta
Pág. 226   desviaba su ruta


no les doy la visa
Pág. 226   no les daré la visa


pero tomen una resolución inmediata
Pág. 226   pero ustedes deben tomar una resolución inmediata


murió en Praga
Pág.223   Moriría en Praga


por qué Neruda se llama Neruda
Pág.223   por qué Neruda se llamaba Neruda


Nunca pudo saber
Pág.223   nunca lograría investigar


Los nazis habían sitiado Leningrado
Pág. 224 Los nazis sitiaban Leningrado


se desatara en Extremo Oriente
Pág.224   se desataría en Extremo Oriente


desviando su ruta
Pág. 226   desviaba su ruta


no les doy la visa
Pág. 226   no les daré la visa


pero tomen una resolución inmediata
Pág. 226   pero ustedes deben tomar una resolución inmediata





Reescrita

yo abrazaba a David
Pág.218 yo despedía con un abrazo a David


Enviaron un telegrama a Ubico quien lo aceptó
Pág.220   Enviaron un telegrama a Ubico solicitando el permiso


quien tenía locura napoleónica
Pág.221 hombre inflamado por locura napoleónica


por qué motivo mi apellido de adopción era Neruda.
Pág. 222  por qué motivo mi llamaba yo Neruda sin haber nacido con ese apellido


Para publicar mis primeras poesías
Pág.223   Para encubrir la publicación de mis primeros versos


que ahora ha dado tanto que hacer
Pág.224  que años más tarde daría tanto que hacer


sucede que este barco no pasará más al norte de Tocopilla, y por lo tanto, no tocará en Manzanillo
Pág.225   sucede que este barco ha cambiado su itinerario y no tocará más en Manzanillo


No lo aceptaron
Pág.225   No estuvieron de acuerdo


No se podía llegar a otra conclusión
Pág.226  En mi cabeza se hizo la luz


Sólo a Soustelle y Medioni, acreditados oficialmente como representantes del Movimiento del General de Gaulle y con acceso al Gobierno mexicano
Pág.226   Sólo estaba en relación directa con aquellos que habían sido acreditados oficialmente como delegados del general De Gaulle y con acceso al gobierno mexicano.


Entusiasmado argumenté con impaciencia ante la impasibilidad de los franceses:
Pág.226   Argumenté entusiasmado y luego impaciente ante la impasibilidad de los representantes  gaullistas.


sáquenle el secreto a estos nipones
Pág.226   y descubran el secreto de es tos agentes nipones


Rechacé la solicitud de visa de los japoneses, pero éstos se proveyeron rápidamente de pasaportes diplomáticos y la Embajada de Chile se encargó de que llegaran a tiempo para embarcarse en Tocopilla
Pág. 226   Ante mi negativa a concederlos la visa, los japoneses se proveyeron rápidamente de  pasaportes diplomáticos, acudieron a la embajada de Chile, y llegaron a tiempo para embarcarse en Tocopilla.


Esta pretensión de algunas naciones sudamericanas
Pág.228 Las absurdas pretensiones racistas de algunas naciones sudamericanas


Se pretende que unos cuantos snobs, escrupulosamente blancos o blancuzcos, puedan presentarse en sociedad ante los arios puros o los turistas sofisticados
Pág.228 Quieren montar un tinglado donde unos cuantos snobs, escrupulosamente blancos o blancuzcos se presenten en sociedad, gesticulando ante los arios puros o los turistas sofisticados


Desacerto

Apenas llegado muchos años después a Praga puse una flor

Pág.223   Apenas llegado de Checoeslovaquia, muchos años después, puse una flor

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