Arquivo Delson Biondo
Compré un periódico. Iba yo andando por una calle de
Varenes-Sur-Seine. Pasaba junto al castillo viejo cuyas ruinas enrojecidas por
las enredaderas dejaban subir hacia lo alto torrecillas de pizarra. Aquel viejo
castillo en que Ronsard y los poetas de la
Pléyade se reunieron antaño, tenía para mí un prestigio de piedra y mármol,
de verso endecasílabo escrito en viejas letras de oro. Abrí el periódico. Aquel
día estallaba la Segunda Guerra Mundial.
Así lo decía en grandes caracteres de sucia tinta negra, el periódico que cayó en mis manos en aquella vieja aldea perdida.
Todo
el mundo la esperaba. Hitler se había ido tragando territorios y los estadistas
ingleses y franceses corrían con sus paraguas a ofrecerle más ciudades, reinos
y seres.
Una
terrible atmósfera de confusión llenaba las conciencias. Desde mi ventana, en
Paris, miraba directamente hacia los Invalides y veía salir los primeros
contingentes, los muchachitos que nunca supieron vestirse de soldados y que
partían para entrar en el gran hocico de la muerte.
Era
triste su partida y nada lo disimulaba. Era como una guerra perdida de
antemano, algo indefinible. Las fuerzas chauvinistas recorrían las calles buscando intelectuales progresistas. El
enemigo no estaba para ellos en los discípulos de Hitler, en los Laval, sino en
la flor del pensamiento francés. Recogimos
en la Embajada que había cambiado mucho – al gran poeta Louis de Aragón.
Pasó cuatro días escribiendo de día y de noche, mientras las hordas los
buscaban para aniquilarlo. Allí, en la Embajada
de Chile, terminó su novela “Los
viajeros de la Imperial”. Al quinto
día, vestido de uniforme, se dirigió al frente. Era su segunda guerra contra
los alemanes.
Me
acostumbré en aquellos días crepusculares a esa incertidumbre europea que no tiene revoluciones continuas ni
terremotos, pero el veneno mortal de
la guerra saturando el aire y el pan. Por temor a los bombardeos, la gran
metrópoli se apagaba de noche y esa oscuridad de siete millones de seres
juntos, esas tinieblas espesas en la que
había que andar en plena ciudad luz, se me quedaron pegadas en la memoria. No había menos tinieblas en las almas.
Junto al olor de sangre que llenaba al llamado Occidente se despertaba la
codicia. Comenzó en los Consulados el tráfico de los perseguidos.
Por esos días entré repentinamente a
la oficina de un Ministro diplomático de uno de nuestros países de América del
Sur. Nunca olvidaré la sorprendente visión que tuve ante mis ojos. Su gran mesa
escritorio estaba cubierta de columnas de monedas de oro. Apenas si puso
atención a mi entrada. Siguió tomando las monedas y organizando sus columnas.
El Ministro era hombre rechoncho y pálido, con escasos cabellos rubios sobre su
brillante cabeza. Sus manos regordetas iban y venían desplazando libras
esterlinas. Sus blancas manos de monja volaban sobre el oro.
En unos días el Ministro se había
hecho millonario. Joyeros de Amsterdam, comerciantes de Bruselas, judíos
acaudalados de todas partes le dejaban esos tesoros y montones de relojes y
collares por una visa o un pasaporte .El Ministro recibía los presentes, con
sus manos de abadesa firmaba los documentos que garantizaban la escapatoria de
los perseguidos, pero, poco después, para que todo quedara en silencio,
denunciaba a la Gestapo a los fugitivos. Poco les había servido la flamante
documentación.
Mi
Gobierno me mandaba a México y lleno
de esa pesadumbre mortal producida por tantos dolores y desorden, llegué en el
año 1940 a respirar en la meseta de Anahuac, lo que Alfonso Reyes decía ser la región más transparente
del aire.
México,
con su nopal y su serpiente: México florido y espinudo, seco y huracanado,
violento de dibujo y de color, violento de erupción y creación, me cubrió con
su sortilegio y su luz sorpresiva.
Lo
recorrí por años enteros de mercado a mercado. Porque México está en los
mercados. No está en las guturales canciones
de película, ni en la falsa charrería de bigote y pistola. México es una
tierra de pañolones de color carmín y turquesa fosforescente. México es una
tierra de vasijas y cántaros y de frutas partidas bajo un enjambre de insectos.
México es un campo infinito de magüeyes de color azul acero y corona de espinas amarillas.
Todo
esto lo dan los mercados más hermosos
del mundo en que la fruta y la lana, el barro y los telares, muestran el
poderío asombroso de los dedos mexicanos fecundos y eternos.
La
vida intelectual de México hace
veintidós años estaba dominada por la pintura.
Estos
pintores de México cubrían la ciudad con historia y geografía, con incursiones
civiles, con polémicas ferruginosas. En cierta cima excelsa estaba situado José
Clemente Orozco, titán manco y esmirriado, especie de Goya de su fantasmagórica
patria. Muchas veces conversé con él. Su persona parecía carecer de la
violencia que tuvo su obra. Tenía una suavidad de alfarero que ha perdido la
mano en el torno y que con la mano restante debe continuar creando universos. Sus soldados y soldadera, sus
campesinos fusilados por mayorales, sus sarcófagos con terribles crucificados,
son lo más inmortal de nuestra pintura americana y quedarán como la revelación
de nuestra crueldad.
Diego
Rivera había ya trabajado tanto por estos años y se había peleado tanto con
todos, que ya el pintor gigantón pertenecía a la fábula. Al mirarlo, me parecía
extraño no verle cola con escamas, o
patas con pezuña.
Siempre
fue fabuloso Diego Rivera, y antes
de la Primera Guerra Mundial había
publicado Ilya Ehremburg, en Paris, un libro sobre sus hazañas y
mixtificaciones: “Vida y obra de Julio
Jurenito”.
Treinta
años después, Diego Rivera seguía siendo maestro de la pintura y de la
mentira. Aconsejaba comer carne humana como dieta higiénica de la que disfrutaban los grandes gourmets sin divulgarlo. Daba receta
para cocinar gente de todas las edades. Otras veces se empeñaba en teorizar
sobre el amor lesbiano sosteniendo que esta relación era la única normal, según
lo probaban los vestigios históricos más remotos encontrados en excavaciones
que él mismo había ejecutado.
A
veces me conversaba por horas moviendo sus capotudos ojos indios dándome a conocer su origen judío y otras
veces, olvidando la conversación anterior, me sostuvo que él era el padre del General Rommel, pero que esta
confidencia debía quedar muy en secreto porque su revelación podría traer
serios consecuencias internacionales.
Su
tono de persuasión era extraordinarios y su calmosa manera de dar los detalles más ínfimos e inesperados,
hacía de él un charlatán maravilloso,
cuyo encanto nadie que lo conoció puede olvidar jamás.
David
Alfaro Siqueiros estaba entonces como
hoy, en la cárcel.
Alguien
lo había embarcado en una incursión armada a la casa de Trostky. O conocí en la
prisión, pero, en verdad, también fuera de ella, porque salíamos con el
comandante Pérez Rulfo, Jefe de la
cárcel, y no íbamos a tomar unas copas por allí, en donde no se nos viera
demasiado. Ya tarde, en la noche, volvíamos y yo abrazaba a David que quedaba detrás de sus rejas.
Estos
volcánicos pintores mantenían a raya la atención pública. A veces sostenían
tremendas polémicas. En una de ellas, agotados los argumentos, Diego Rivera y
Siqueiros sacaron grandes pistolas y dispararon casi al mismo tiempo, pero
contra las alas de los ángeles de yeso del techo del teatro. Cuando las pesadas
plumas de yeso comenzaron a caer sobre las cabezas de los espectadores, estos
fueron abandonando el teatro y aquella discusión terminó con fuerte olor a
pólvora y la sala vacía.
Rufino
Tamayo no vivía por entonces en México. Desde Nueva York se difundieron sus
pinturas, abstractas y ardientes,
tan representativas de México, como
frutas o tejidos de los mercados.
No
hay paralelo entre la pintura de Diego Rivera y la de David Alfaro Siqueiros. Diego
es un clásico lineal y con esa línea infinitamente ondulante, especie de
caligrafía histórica, fue atando la historia de México y dándole importancia a
hechos, costumbres, y tragedias. Siqueiros es la explosión de u n
temperamento volcánico que combina asombrosa técnica y largas investigaciones.
Por causa de
Siqueiros conocí Guatemala.
Entre salidas clandestinas de la cárcel y conversaciones
sobre cuanto existe, tramamos su
liberación definitiva y provisto de una visa que yo mismo estampé en su
pasaporte, se dirigió a mi patria,
con su mujer, Angélica Arenal.
México
había construido una Escuela en la ciudad de Chiullán, que había sido destruido
por los terremotos, y en esa “Escuela
México” Siqueiros pintó uno de sus murales extraordinarios, tal vez la única
obra de pintura por la que Chile será conocido durante siglos.
El Gobierno de Chile me pagó este servicio a la cultura
nacional, suspendiéndome de mis funciones de Cónsul por dos meses.
Decidí
visitar Guatemala. Hacia allá me encaminé en automóvil. Pasamos por el Istmo de Tehuantepec, región dorada de
México, con mueres vestidas como mariposas y un olor a miel y azúcar en el
aire. Luego entramos en la gran selva de Chiapas. De noche deteníamos el
vehículo asustados por los ruidos, por la telegrafía de la selva. Millares de
cigarras emitían un ruido violento, planetario, que parecía increíble. El
misterioso México extendía su sombra verde sobre antiguas construcciones, sobre
remotas pinturas, joyas y monumentos, cabezas colosales, animales de piedra.
Todo esto yacía en la selva, en la millonaria existencia de lo inaudito mexicano.
Pasada la frontera, en lo alto de la América Central, el estrecho camino de
Guatemala me deslumbró con sus lianas y follajes gigantescos y luego con sus
plácidos lagos de la altura como ojos olvidados por dioses extravagantes, y luego pinares y anchos ríos
primordiales en que asomaban como seres humanos , fuera del agua, rebaños de
sirénidos y lamantinos.
Pasé
una semana conviviendo con Miguel Ángel Asturias, que aún no se re velaba con
sus novelas victoriosas. Comprendimos que habíamos nacido hermanos y casi
ningún día nos separamos. En la noche planeábamos visitas inesperadas a lejanos
parajes de sierras envueltas por la niebla o a puertos tropicales de le United
Fruit.
Los guatemaltecos no podían hablar y
ninguno de ellos conversaba de política delante de otro. Las paredes oían. En algunas ocasiones para conversar deteníamos el carro en lo alto de una meseta y allí
bien seguros de que no había nadie detrás de un árbol tratábamos ávidamente de
la situación.
El
caudillo se llamaba Ubico y gobernaba desde hacía muchísimos años. Era un
hombre corpulento de mirada fría, consecuentemente cruel. El dictaba la ley y
nada se movía en Guatemala sin que él expresamente lo dispusiera. Conocí a uno
de sus secretarios, ahora amigo mío, revolucionario. Por haberle discutido
algo, un pequeño detalle, lo hizo amarrar allí mismo a una columna del despacho y lo azotó sin piedad.
Los jóvenes poetas me pidieron un
recital de mi poesía.
Enviaron un telegrama a Ubico quien lo
aceptó. Todos mis amigos y jóvenes estudiantes llenaban el local. Leí con
gusto mis poemas porque me parecían que abrían
la ventana de aquella prisión tan vasta.
El Jefe de Policía se sentó
conspicuamente en primera fila. Luego supe que cuatro ametralladoras se habían
emplazado hacia mí y hacia el público y que estas funcionarían cuando el Jefe de Policía, ostensiblemente, abandonara su butaca
interrumpiendo el recital.
Pero
no pasó nada, pues allí se quedó
hasta el fin oyendo mis versos.
Luego
quisieron presentarme al Dictador, que tenía locura napoleónica. Se dejaba
un mechón sobre la frente, retratándose con frecuencia en la pose de Bonaparte.
Me dijeron que era peligroso rechazar tal sugerencia, pero yo preferí no darle
la mano y regresé rápidamente a México.
En México, la sal del mundo se había
reunido. Escritores exilados de todos los países se habían reunido bajo la libertad mexicana, en tanto la guerra se
prolongaba en Europa, con victorias tras victorias de las fuerzas de Hitler,
que ya habían ocupado Francia e Italia. Allí estaban Ana Seghers y el hoy
desparecido humorista checo Egon Erwin Kish, entre otros. Este Kish dejó
escritos algunos libros fascinantes y yo
admiraba mucho su gran ingenio, curiosidad
y conocimientos de prestidigitación. Apenas entraba a mi casa me sacaba un huevo de una oreja o de una en una se iba tragando hasta siete
monedas que bastante falta le hacían al
pobre grande escritor desterrado. Ya nos habíamos conocido en España y como
él tenía una insistente curiosidad
de saber por qué motivo mi apellido de
adopción era Neruda, yo le decía en broma: - Gran Kish, tú fuiste el
descubridor del misterio del Coronel
Redl (famoso caso de espionaje en
Austria en 1914), pero nunca aclararás el misterio de mi nombre Neruda. Y
así fue. Murió en Praga, en medio de todos los honores que alcanzó a darle su patria, pero nunca pudo saber aquel
genial intruso profesional por qué Neruda se llama Neruda.
La
respuesta era demasiado simple y me parecía tan falta de sensación que me la callaba cuidadosamente. Teniendo 14 años de edad, mi padre
perseguía denodadamente mi actividad literaria. No estaba de acuerdo con tener
un hijo poeta. Para publicar mis primeras
poesías me busqué un nombre que lo despistara totalmente y encontré en
una revista este nombre checo, sin saber siquiera que se trataba de un gran
escritor venerado por todo un pueblo y
con monumento erigido en el barrio
de Mala Strana, en Praga. Apenas
llegado muchos años después a Praga puse una flor a os pies de su estatua
barbuda.
Llegaban
a mi casa los españoles Wenceslao Roces, de
Salamanca y Constancia de la
Mora, republicana, pariente del Duque
de Maura, cuyo libro “In Place of Splendor” fue un “beste seller”
en Norteamérica, y León Felipe, Juan Rejano, Moreno Villa, Herrera Petere,
poetas, Miguel Prieto, Rodriguez Luna, pintores, todos españoles. Los italianos
Vittorio Vidale, famoso por haber sido el Comandante
Carlos do 5º Regimiento, y Mario Montagnana,
desterrados italianos, llenos de recuerdos, de asombrosas historias y de
cultura siempre en movimiento. Por ahí andaba también Jacques Soustelle y Gilbert
Medioni. Estos eran los jefes deguallistas,
representantes de Francia Libre. Además pululaban los exilados voluntarios o
forzosos de Centro América,
guatemaltecos, salvadoreños, hondureños. Todo esto llenaba a México de un
interés multinacional y a veces mi casa, vieja quinta del barrio de San Ángel,
latía como si allí estuviera el corazón del mundo.
Con este
Soustelle, que entonces era socialista de izquierda y que ahora ha dado tanto
que hacer al Presidente De Gaulle, como Jefe
político de los golpistas de Argelia, me
paso algo que debo relatar:
Había avanzado el 1941. Os nazis habían
sitiado Leningrado y avanzaban en
territorio soviético. Los zorros militaristas japoneses comprometidos en el eje
Berlín-Roma-Tokio, corrían el peligro de que Alemania ganara la guerra y se quedaran
ellos sin parte en el botín. Diversos rumores circulaban por el mundo. Se señalaba
la hora cero en que el inmenso poder japonés se desatara en Extremo Oriente.
Mientras tanto, una Misión del Paz
Japonesa hacía zalemas en Washington al Gobierno
norteamericano. No cabía duda de que los japoneses atacarían de pronto y por
sorpresa, ya que la “guerra relámpago” era la moda sangrienta de la época.
Debo
contar, para que mis historia se comprenda, que una vieja línea de vapores
japoneses unía al Japón con Chile. Yo viajé más de una vez en esos barcos y
los conocía muy bien. Se detenían en nuestros puertos y sus capitanes se
dedicaban a comprar hierro viejo y a tomar fotografías. Tocaban todo el litoral
chileno, peruano y ecuatoriano y seguían hasta el puerto mexicano de
Manzanillo, desde donde enfilaban la proa hacia Yokohama atravesando el
pacífico.
Pues
bien, un día, siendo yo aún Cónsul
General de Chile en México, recibí la visita de siete japoneses que pedían
apresuradamente una visa para Chile. Habían
llegado hacía solamente algunas horas a México. Venían del litoral
norteamericano, de San Francisco, de Los Ángeles, y de otros puertos. Sus
rostros denotaban inquietud. Estaban
bien vestidos y documentados. Tenían traza
de Ingenieros o Industriales ejecutivos.
Les
pregunté, naturalmente, por qué querían partir a Chile en el primer avión, ya
que recién habían llegado. Me respondieron que deseaban tomar un barco en el puerto
chileno de Tocopilla, puerto salitrero del norte de Chile. Les respondí que
para tal cosa no necesitaban viajar a Chile, en el otro extremo del Continente, puesto que esos barcos japoneses tocaban el puerto de Manzanillo,
donde podían dirigirse a pie si querían y llegarían a tiempo.
Se
miraron y sonrieron confusos. Hablaron entre sí, en su idioma. Se consultaron
con el Secretario de la Embajada
japonesa, que los acompañaba.
Este resolvió ser franco conmigo y me dijo:
- Mire, colega, sucede que este
barco no pasará más al norte de Tocopilla y, por lo tanto, no tocará en Manzanillo. Es, pues, en el puerto chileno en donde lo deben tomar estos
distinguidos especialistas.
Rápidamente
pasó por mi cabeza la visión confusa de hallarme, ante algo muy importante. Les
pedí sus pasaportes, sus fotografías, sus datos de trabajo en los Estados
Unidos, etc. Y en seguida les dije que volvieran al día siguiente.
No lo aceptaron. La visación la
necesitaban de inmediato y pagarían cualquier precio por ella.
Como lo que yo trataba era de ganar tiempo, les expresé que no estaba
en mis atribuciones otorgar visas en forma instantánea y
que hablaríamos al día siguiente.
Me quedé
solo.
Poco a poco se fue recomponiendo en
mi cabeza el enigma. ¿Por qué la huida desde Norteamérica y la extrema urgencia
de la visación? Y el barco japonés,
por primera vez en 30 años, desviando su ruta ¿Qué quería decir esto?
No se podía llegar a otra conclusión.
Se trataba de un grupo importante y bien informado, con toda seguridad del
espionaje japonés, que escapaba de Estados Unidos, ante la eminencia de algo
grave por suceder. Y esto no podía ser otra cosa que la participación de Japón
en la guerra. Los japoneses que huían estaban en el secreto.
La
conclusión a que llegué me produjo un nerviosismo extremo. ¿Qué podía hacer?
De los
representantes de los Aliados en México
no conocía ni a ingleses ni a norteamericanos. Sólo a Soustelle y Medioni, acreditados oficialmente como
representantes del Movimiento del General de Gaulle y con acceso al Gobierno
mexicano.
Me
comuniqué con ellos rápidamente. Les expliqué la situación. Teníamos allí los nombres y datos de esos
japoneses. ¿Si se decidían a
intervenir quedarían atrapados. A
alguno de ellos no le seduciría el harakiri y preferiría hablar. Entusiasmado argumenté con
impaciencia ante la impasibilidad de los franceses:
-Jóvenes
diplomáticos, les dije, llénense de gloria y sáquenle el secreto a estos nipones. Por mi parte, no les doy la
visa. Pero tomen una resolución
inmediata. Ahora todo depende de
ustedes.
Este
tira y afloja duró dos días más. Soustelle no se interesó en el asunto. No
quisieron hacer nada. Yo no podía ir más
allá.
Rechacé la solicitud de visa a los
japoneses, pero éstos se proveyeron rápidamente de pasaportes diplomáticos y la
Embajada de Chile se encargó de que llegaran a tiempo para embarcarse en
Tocopilla.
Una
semana después el mundo despertaba con el anuncio del bombardeo de Pearl Harbour.
En las Memorias como en la vida se
apretujan muchas cosas disímiles en un mismo cajón. Y aquí me toca hablar
después de estos japoneses misteriosos de mis no menos misteriosos caracoles.
Se
publicó en un diario de Chile, hace años, que cuando mi buen amigo el célebre
profesor Julian Huxley llegó a Chile,
en el aeropuerto, preguntó por mí:
-
El poeta Neruda, le respondieron los periodistas.
-
No, contestó. No conozco a ningún poeta Neruda. Quiero
hablar con el malacólogo Neruda.
Esta palabra griega, malacólogo,
significa el especialista en moluscos.
Me dio
gran placer esta historieta destinada a molestarme, y que no podía ser
verdadera porque nos conocíamos con Huxley desde hacía años y, por cierto, que
es un tipo chispeante y mucho más vivo y auténtico que su famoso hermano
Aldous.
En
México me fui por las playas, me sumergí en las aguas transparentes y cálidas,
y recogí maravillosas conchas marinas. Luego en Cuba y en otros sitios, así
como por intercambio y compra, regalo y robo (no hay coleccionista honrado), mi
tesoro marino se fue acrecentando hasta llenar habitaciones y habitaciones en
mi casa.
Tuve las especies más raras de los
mares de China y Filipinas, del Japón y del Báltico, caracoles antárticos y
polymitas cubanas, o caracoles pintores vestidos de rojo o azafrán, azul y morado, como
bailarinas del Caribe.
A decir verdad, las pocas especies que me faltaron fue un caracol de tierra de
Mato Grosso brasileño y que vi una vez y no pude comprar, ni viajar a la selva
para recogerlo. Era totalmente verde, con una belleza de esmeralda joven.
Exageré
este caracolismo hasta visitar mares remotos. Mis amigos también comenzaron a
buscar conchas marinas, a encaracolarse.
En
cuanto a los que me pertenecían, cuando ya pasaron de quince mil, empezaron a
ocupar todas las estanterías y a caerse de las mesas y de las sillas. Los
libros de caracología o malacología, como se los llame, llenaron mi biblioteca.
Un día lo agarré todo y en inmensos cajones los llevé a la Universidad de
Chile, haciendo así mi primera donación al Alma Mater. Ya era una colección
famosa. Como buena institución sudamericana, mi Universidad los recibió con
loores y discursos y los sepultó n un sótano. Nunca más se han visto.
Mi oficio de Cónsul General de Chile en
México era para mí cada día más difícil.
Mientras estuve lejos, destacado en las islas del lejano Archipiélago, susurraba el mar y el silencioso mundo estaba lleno
de cosas que hablaban a mi soledad. Pero las guerras frías y calientes
mancharon el Servicio Consular y fueron haciendo de cada representante un autómata sin
personalidad, que nada puede decidir y cuya labor se aproxima sospechosamente a
la de la policía.
El ministerio me encargaba que averiguara
los orígenes raciales de las gentes, africanos, asiáticos o israelitas.
Ninguno de estos grupos humanos podía entrar a mi patria.
Esta pretensión de algunas naciones
sudamericanas, productos ellas mismas de múltiples cruzamientos y
mestizajes, es una tara de tipo colonial. Se
pretende que unos cuantos snobs, escrupulosamente blancos o blancuzcos, puedan presentarse en sociedad ante los arios puros o los turistas sofisticados. Por suerte todo eso va
quedando atrás y la ONU se está llenando de representantes negros y mongólicos,
es decir, el follaje de las razas humanas está mostrando, con la savia de la
inteligencia que asciendo, todos los colores de sus hojas.
Terminé
por fatigarme y un día cualquiera renuncié
a mi puesto de Cónsul General para
siempre. El Ministerio se apresuró a aceptar el fin voluntario de mi
carrera.
Mi
suicidio diplomático me proporcionó la más grande alegría: la de poder regresar
a Chile. Pienso que el hombre debe vivir en su patria y creo que el desarraigo de los seres humanos es
una frustración que de alguna manera u otra entorpece la claridad del alma. Yo no puedo vivir sino en mi propia tierra,
sin poner los pies, las manos y el oído en ella, sin sentir la circulación de
sus aguas y de sus sombras sin sentir como mis raíces buscan en ella las
sustancias maternas.
Pero
antes de llegar a Chile hice otro descubrimiento que agregaría una nueva estrata
al desarrollo de mi poesía.
Me
detuve en el Perú y subí hasta las ruinas de Machu Picchu. Ascendimos a
caballo, por entonces no había carretera, y desde lo alto vi las antiguas construcciones de piedra rodeadas
por las altísimas cumbres de los Andes verdes. Desde la ciudadela carcomida y
roída por el paso de los siglos se despeñaban torrentes y masas de neblina
blanca, se levantaban desde el rio Wilcamayo. Me sentí infinitamente
pequeño en el centro de aquel ombligo de
piedra, ombligo de un mundo deshabitado,
mundo orgulloso y eminente, al que de algún modo yo pertenecía. Sentí que yo mismo había trabajado allí
en alguna etapa lejana cavando surcos, alisando peñascos.
Me sentí
chileno, peruano, americano. Había encontrado en aquellas alturas difíciles,
entre aquellas ruinas gloriosas y dispersas, una profesión de fe para la
continuación de mi canto.
Allí
nació mi poema “Alturas de Machu Picchu”.
Estudo
comparativo
A primeira transcrição se refere ao texto Las vidas del Poeta, Memorias y recuerdos de
Pablo Neruda, publicado pela revista O
Cruzeiro Internacional em 1962, reproduzido aqui e com a indicação em
negrito do que foi mudado em Confieso
que he vivido (Barcelona, Seix Barral, 1974). A segunda transcrição é
antecedida da menção da página em que ocorreu a mudança em Confieso que he vivido.
Mudança de título
Las entrañas de América, título do capítulo VII da
revista O Cruzeiro internacional, foi
mudado no capítulo VI de Confieso que he
vivido para México florido y espinudo.
Mudança
de pontuação
Recogimos en la Embajada que había cambiado mucho - al
gran poeta Louis Aragón
Pág.207 Recogimos
en la embajada, que había cambiado mucho, al gran poeta Louis Aragón.
Mi Gobierno me mandaba a México y lleno de esa pesadumbre
moral
Pág.213 Mi
GOBIERNO me mandaba a México. Lleno de esa pesadumbre moral
los mercados más hermosos del mundo en que la fruta y la
lana
Pág.213 los
mercados más hermosos del mundo. La fruta y la lana
Siempre fue fabuloso Diego Rivera, y antes de la Primera
Guerra Mundial
Pág.217 Siempre
fue invencionero Diego Rivera. Antes de la primera guerra mundial
Dándome a conocer su origen judío y otras veces,
Pág.217 y me daba
a conocer su origen judío. Otras veces
-El poeta Neruda, le respondieron los periodistas.
Pág. 117 -El
poeta Neruda? – le respondieron los periodistas.
Diego es un clásico lineal y con esa línea infinitamente
ondulante,
Pág. 219 Diego es un clásico lineal; con esa línea
infinitamente ondulante
tramamos su liberación definitiva, y provisto de una visa
Pág.219 tramamos
Siqueira y yo su liberación definitiva. Provisto de una visa
me busqué un nombre que lo despistara totalmente y
encontré en una revista
Pág.223 me busqué
un apellido que lo despistara totalmente. Encontré en una revista
de Salamanca y Constancia de la Mora, republicana
Pág.223 de
Salamanca, y Constancia de la Mora, republicana
Estaban bien vestidos y documentados. Tenían traza de
Ingenieros o Industriales ejecutivos
Pág.225 Estaban
bien vestidos y documentados, tenían traza de ingenieros o industriales
ejecutivos
¿Por qué la huida desde Norteamérica y la extrema
urgencia de la visación?
Pág.225 Por que la
escapatoria precipitada desde Norteamérica y la extrema urgencia de la
visación?
¿Qué podía hacer?
Pág. 226 qué podía hacer?
-Jóvenes diplomáticos, les dije, llénense de gloria y
sáquenle el secreto a estos nipones.
Pág. 226 - Jóvenes
diplomáticos – les dije- Llénense de gloria y descubran el secreto de estos
agentes nipones.
Tuve las especies más raras de los mares de China y
Filipinas, del Japón y del Báltico, caracoles antárticos y polymitas cubanas, o
caracoles pintores.
Pág.227 Tuve las
especies más raras de los mares de China y Filipinas, del Japón y del Báltico;
caracoles antárticos y polymitas cubanas; o caracoles pintores
-El poeta Neruda, le respondieron los periodistas
Pág.227 – El poeta Neruda? – le respondieron los
periodistas
Ascendimos a caballo por entonces no había carretera, y
desde lo alto
Pág.235 Ascendimos
a caballo. Por entonces no había carretera. Desde
lo alto
roída por el paso de los siglos se despeñaban
torrentes y masas de neblina blanca
Pág.235 roída por
el paso de los siglos se despeñaban torrentes. Masas de neblina blanca
ombligo de piedra, ombligo de un mundo deshabitado,
Pág. 235
ombligo de piedra; ombligo de un
mundo deshabitado,
Quebra de
parágrafo
Yo le decía en broma: - Gran Kish, tú fuiste el
descubridor del misterio del Colonel Redl
Pág.223 Yo le
decía en broma;
-Gran Kish, tú fuiste el descubridor del misterio del colonel Redl
Este resolvió ser franco conmigo y me dijo: - Mire,
colega, sucede que este barco
Pág.225 Este
resolvió ser franco conmigo y me dijo:
-Mire,
colega, su cede que este barco
Eliminação de
maiúscula
Embajada
Pág.207
embajada
Segunda Guerra Mundial
Pág.207 segunda
guerra mundial
Recogimos en la Embajada que había cambiado mucho
Pág.207 Recogimos en la embajada que había cambiado
mucho
Primera Guerra Mundial
Pág.217 primera
guerra mundial
General
Pág.217 general
Jefe de la Cárcel
Pág.218 jefe de la
cárcel
Escuela
Pág.219 escuela
Cónsul
Pág.219 cónsul
Gobierno de Chile
Pág.219 gobierno
de Chile
Embajador de Chile
Pág.220 embajador
de Chile
Dictador
Pág.221 dictador
Jefe de Policía
Pág.221 jefe de
policía
Coronel Redl
Pág. 223
coronel Redl
Duque
Pág.223 duque
Comandante
Pág.223
comandante
Jefe
Pág.224 jefe
Misión de Paz
Pág. 224 misión de paz
Gobierno norteamericano
Pág.224 gobierno
norteamericano
Cónsul general
Pág.224 cónsul
general
Ingenieros o Industriales
Pág.225 ingenieros
o industriales
Continente
Pág.225
continente
Secretario de Embajada
Pág.225 secretario de embajada
Gobierno mexicano
Pág.226 gobierno mexicano
Embajada
Pág.226 embajada
Archipiélago
Pág.228
archipiélago
Servicio Consular
Pág.228
servicio consular
Ministério
Pág.228
ministerio
Grafia de nomes
próprios
Centro América
Pág.224
Centroamérica
De Gaulle
Pág.226 De Gaulle
Machu Picchu
Pág.235 Macchu
Picchu
Palavras
estrangeiras
Pléyade
Pág.207
Pléiade
Mudança de
caracteres gráficos
“Los viajeros de la Imperial”
Pág.207 Los viajeros de la Imperial
“Vida y andanzas de Julio Jurenito”
Pág.217 Vida y andanzas de Julio Jurenito
“best seller”
Pág.223 bestseller
“In Place of Splendor”
Pág.223 In Place of Splendor
(famoso caso de espionaje en Austria en 1914)
Pág. 223 – famoso
caso de espionaje acaecido en Austria en 1914
–
Acréscimo
de palabras
pero el veneno mortal
Pág.207 pero
mantiene el veneno mortal
canciones de películas
Pág.213 canciones
de las películas
los detalles más ínfimos e inesperados, hacía de él un
charlatán maravilloso
Pág.217 los
detalles más ínfimos e inesperados de sus mentiras, hacían de él un charlatán
maravilloso
como frutas o tejidos
Pág. 219 como las
frutas o los tejidos
tramamos su liberación definitiva
Pág.219 tramamos
Siqueiros y yo su liberación definitiva
Las paredes oían
Pág.220 Las
paredes oían y delataban
despacho y lo azotó sin piedad
Pág. 220 despacho
presidencial y lo azotó sin piedad
y luego pinares
Pág.220 y por
ultimo con pinares
Los guatemaltecos no podían hablar
Pág. 220 Los
guatemaltecos no tenían derecho a hablar.
abandonara su butaca interrumpiendo el recital
Pág.221 abandonara
su butaca e interrumpiera el recital
Y yo admiraba mucho su gran ingenio, curiosidad y
conocimientos de prestidigitación.
Pág.222 y yo admiraba mucho su gran ingenio, su infantil entremetimiento
y sus conocimientos de prestidigitación.
(famoso caso de espionaje en Austria en 1914)
Pág.223 – famoso caso de espionaje acaecido en Austria en
1914 –
darle su patria
Pág.223 darle su
patria liberada
venerado por todo un pueblo y con monumento erigido en el
barrio de Mala Strana
Pág.223 venerado por todo un pueblo, autor de muy
hermosas baladas y romances y con monumento erigido en el barrio Mala Strana de
Praga
Había avanzado el 1941
Pág.224 Había
avanzado el año de 1941
tomar un barco en el puerto chileno
Pág.225 tomar un barco japonés en el puerto chileno
puesto que esos barcos japoneses
Pág. 225 puesto
que esos mismos barcos japoneses
Si se decidían
Pág.226 Si los
franceses se decidían
Yo no podía ir más allá
Pág.226 Y yo, simple cónsul chileno, no podía ir más allá
¿Por qué la huida desde Norteamérica y la extrema
urgencia de la visación?
Pág.225 Por qué la
escapatoria precipitada desde Norteamérica y la extrema urgencia de la visación?
Pero tomen una resolución inmediata
Pág.226 Pero
ustedes deben tomar una resolución
inmediata
sáquenle el secreto a estos nipones
Pág.226 y
descubran el secreto de estos agentes nipones
Yo no puedo vivir sino en mi propia tierra, sin poner los
pies, las manos y el oído en ella, sin sentir la circulación de sus aguas y de
sus sombras, sin sentir como mis raíces buscan en ella las sustancias maternas.
Pág.235 Yo no
puedo vivir sino en mi propia tierra; no puedo vivir sin poner los pies, las manos
y el oído en ella, sin sentir la circulación de sus aguas y de sus sombras, sin
sentir cómo mis raíces buscan en su légamo las substancias maternas.
Substituição
de palavras
buscando intelectuales progresistas
Pág. 207 en persecución de intelectuales progresistas
que no tiene revoluciones continuas ni terremotos
Pág. 207 que no sufre revoluciones continuas ni
terremotos
tinieblas espesas en la que había
Pág.207 tinieblas
espesas en las que había (sic)
el periódico que cayó en mis manos
Pág.207 el diario que cayó en mis manos
Una terrible atmósfera de confusión
Pág. 207 una
terrible humareda de confusión
decía ser la región más transparente
Pág. 213 ponderaba como la región más transparente
de color azul acero
Pág. 213 de tinte
azul acero
debe continuar creando universos
Pág.217 se siente
obligado a continuar creando universos
no verle cola con escamas
Pág. 217 no descubrirle colas con escamas
siempre fue fabuloso Diego Rivera
Pág.217 Siempre fue invencionero Diego Rivera
de la pintura y de la mentira
Pág.217 de la
pintura y de la fabulación
él mismo había ejecutado
Pág.217 él mismo había dirigido
Me sostuvo que él era el padre del General Rommel
Pág.217 me juraba
que él era el padre del general Rommel
la sala vacía
Pág. 219 una sala
vacía
sus pinturas abstractas y ardientes
Pág. 218 sus
pinturas complejas y ardientes
dándole importancia a hechos
Pág.219 dándole
relieva a hechos
se dirigió a mi patria
Pág.219 se
dirigió a Chile
En algunas ocasiones para conversar deteníamos el carro
en lo alto de una meseta
Pág. 220 En
algunas ocasiones deteníamos el carro en lo alto de una meseta
que abrían la ventana
Pág.221 que
entreabrían la ventana
pues allí se quedó
Pág.221 pues el
tipo se quedó
se habían reunido bajo
Pág.222 habían acampado bajo
curiosidad y conocimientos
Pág.222 su
infantil entremetimiento y sus conocimientos
Me sacaba un huevo de una oreja
Pág.222 se sacaba
un huevo de una oreja
él tenía una insistente curiosidad
Pág.222 él
manifestaba la insistente curiosidad
o de una en una se iba tragando hasta siete monedas
Pág.222 o se iba
tragando por cuotas hasta siete monedas
tan falta de sensación
Pág.223 tan falta
de maravilla
al pobre grande escritor
Pág.223 al pobre gran escritor
Teniendo 14 años de edad
Pág.223 Cuando yo
tenía 14 años de edad
me busqué un nombre
Pág.223 me busqué un apellido
nunca pudo saber
Pág.223 nunca lograría saber
línea de vapores japoneses unía al Japón con Chile
Pág.224 línea
nipona de vapores unía al Japón con Chile
en Praga
Pág. de Praga
me pasó algo que debo relatar
Pág.224 me
sucedió algo que debo relatar
y avanzaban en territorio soviético
Pág.224 y se
adentraban en territorio soviético
¿Por qué la huida desde Norteamérica?
Pág. 225 Por qué
la escapatoria precipitada desde Norteamérica?
yo trataba era de ganar tiempo
Pág.225 yo
procuraba era de ganar tiempo
les expresé
Pág.225 les
manifesté
Los japoneses que huían estaban en el secreto
Pág.226 Los
japoneses que huían estaban en el secreto
de los Aliados en México
Pág.226 de las
naciones aliadas en México
Teníamos allí los nombres
Pág.226 Teníamos
en las manos los nombres
llénense de gloria y sáquenle el secreto a estos nipones
Pág.226 descubran el secreto de estos agentes nipones
Julian Huxley llegó a Chile
Pág.227 Julian
Huxley llegó a Santiago
Haciendo de cada representante
Pág. 228
haciendo de cada cónsul
El Ministerio me encargaba que averiguara los orígenes
raciales
Pág. 228 El ministerio me imponía que averiguara los
orígenes raciales
Sentí que yo mismo había trabajado allí
Pág.235 Sentí que
mis propias manos habían trabajado allí
Buscan en ella las sustancias maternas
Pág.235 buscan en
su légamo las sustancias maternas
Eliminação
de palabras
Más hermoso del mundo en que la fruta y la lana
Pág.213 más hermosos del mundo. La fruta y la lana
La vida intelectual de México hace veintidós años estaba
dominada por la pintura
Pág.216 La vida
intelectual de México estaba dominada por la pintura
dieta higiénica de la que disfrutaban los grandes
gourmets
Pág.217 dieta
higiénica y de grades gourmets
David Alfaro Siqueiros estaba entonces, como hoy, en la
cárcel
Pág.218 David
Alfaro Siqueiros estaba entonces en la cárcel
pero nunca pudo saber aquel genial intruso profesional
Pág.223 pero nunca
lograría investigar aquel intruso profesional
La respuesta era demasiado simple y me parecía tan falta
de sensación que me la callaba cuidadosamente
Pág.223 La
respuesta era demasiado simple y tan
falta de maravilla que me la callaba cuidadosamente
en el puerto chileno en donde lo deben tomar
Pág.225 en el puerto chileno dono lo deben tomar
Eliminação
de frases
en esa “Escuela
México” Siqueiros pintó uno de sus
murales extraordinarios, tal vez la única obra de pintura por la que Chile será
conocido durante siglos. El Gobierno de Chile me pagó este servicio
Pág.219 y en esa “Escuela México”, Siqueiros pinto uno
de sus murales extraordinarios. […] El gobierno de Chile me pagó este servicio
largas investigaciones.
Por causa de Siqueiros conocí Guatemala
Pág.219
largas investigaciones [...]
pedían apresuradamente una visa para Chile. Habían
llegado hacia solamente algunas horas a México. Venían del litoral
norteamericano.
Pág.225 pedían
apresuradamente una visa para Chile.[…] Venían del litoral norteamericano
Si se decidían a
intervenir quedarían atrapados. A algunos de ellos no les seduciría el
harakiri y preferiría hablar. Entusiasmado argumenté
Pág. 226 Si los
franceses se decidían a intervenir, quedarían atrapados.[…] Argumenté
entusiasmado
Por mi parte, no les doy la visa. Pero tomen una
resolución inmediata. Ahora todo depende de ustedes.
Pág,226 Por mi
parte, no les doy la visa. […] Pero
ustedes deben tomar una resolución
inmediata.
Nunca más se han visto.
Mi
oficio de Cónsul General de Chile en México era para mí cada día más difícil.
Pág.228 Nunca más
se han visto […]
Eliminação
de parágrafo
tinieblas espesas en la que había que andar en plena
ciudad luz, se me pegaron en la memoria. No había menos tinieblas en las almas.
Junto al olor de sangre que llenaba al llamado Occidente se despertaba la
codicia. Comenzó en los Consulados el tráfico de los perseguidos.
Por esos
días entré repentinamente a la oficina de un Ministro diplomático de unos de
nuestros países de América del Sur. Nunca olvidaré la sorprendente visión que
tuve ante mis ojos. Su gran mesa escritorio estaba cubierta de columnas de
monedas de oro. Apenas si puso a tención a mi entrada. Siguió tomando las
monedas y organizando sus columnas. El Ministro era un hombre rechoncho y pálido, con escasos cabellos
rubios sobre su brillante cabeza. Sus
manos regordetas iban y venían desplazando las libras esterlinas. Sus
blancas manos de monja volaban sobre el oro.
En unos
días el Ministro se había hecho millonario. Joyeros de Amsterdam, comerciantes
de Bruselas, judíos acaudalados de todas partes le dejaban esos tesoros y
montones de relojes y collares por una visa o un pasaporte. El Ministro recibía
los presentes, con sus manos de abadesa firmaba los documentos que garantizaban
la escapatoria de los perseguidos, pero, poco después, para que todo quedara en
silencio, denunciaba a la Gestapo los
fugitivos. Poco les había servido la flamante documentación.
Pág. 208 tinieblas
espesas en la que había que andar en plena ciudad luz, se me pegaron en la
memoria. No había menos tinieblas en las almas. Junto al olor de sangre que
llenaba al llamado Occidente se despertaba la codicia. Comenzó en los
Consulados el tráfico de los perseguidos.[…]
Una semana después el mundo despertaba con el anuncio del
bombardeo de Pearl Harbour.
En las
memorias como en la vida se apretujan muchas cosas disímiles en un mismo cajón.
Y aquí me toca hablar después de esos
japoneses misteriosos de mis no menos misteriosos caracoles.
Pág.226 |Una
semana después el mundo despertaba con el anuncio del bombardeo de Pearl
Harbour.[…]
Mudanças
sintáticas
Los jóvenes poetas
Pág.220 Los poetas jóvenes
ostensiblemente, abandonara
Pág.221 abandonara
ostensiblemente
En México la sal del mundo se había reunido
Pág.222 La sal del mundo se había reunido en México
Apenas llegado muchos años después a Praga puse una flor
Pág.223 Apenas llegado de Checoeslovaquia, muchos años
después, puse una flor
línea de vapores japoneses unía al Japón con Chile
Pág.224 línea
nipona de vapores unía al Japón con Chile.
entusiasmado argumenté
Pág.226 Argumenté
entusiasmado
Renuncié a mi puesto de Cónsul general para siempre.
Pág.228 renuncié
para siempre a mi puesto de Cónsul general
Mudança de tempo
verbal
dándome a conocer
Pag.217 y me daba
a conocer
no se revelaba
Pág.220 no se
había revelado
ostensiblemente abandonara su butaca interrumpiendo el
recital
Pág.221
abandonara ostensiblemente su
butaca e interrumpiera el recital
murió en Praga
Pág.223 Moriría
en Praga
por qué Neruda se llama Neruda
Pág.223 por qué
Neruda se llamaba Neruda
Nunca pudo saber
Pág.223 nunca
lograría investigar
que ahora ha dado
Pág.224 que años
más tarde daría
Los nazis habían sitiado Leningrado
Pág. 224 Los nazis sitiaban Leningrado
se desatara en Extremo Oriente
Pág.224 se
desataría en Extremo Oriente
desviando su ruta
Pág. 226 desviaba
su ruta
no les doy la visa
Pág. 226 no les
daré la visa
pero tomen una resolución inmediata
Pág. 226 pero
ustedes deben tomar una resolución inmediata
murió en Praga
Pág.223 Moriría
en Praga
por qué Neruda se llama Neruda
Pág.223 por qué
Neruda se llamaba Neruda
Nunca pudo saber
Pág.223 nunca
lograría investigar
Los nazis habían sitiado Leningrado
Pág. 224 Los nazis sitiaban Leningrado
se desatara en Extremo Oriente
Pág.224 se
desataría en Extremo Oriente
desviando su ruta
Pág. 226 desviaba
su ruta
no les doy la visa
Pág. 226 no les
daré la visa
pero tomen una resolución inmediata
Pág. 226 pero
ustedes deben tomar una resolución inmediata
Reescrita
yo abrazaba a David
Pág.218 yo despedía con un abrazo a David
Enviaron un telegrama a Ubico quien lo aceptó
Pág.220 Enviaron
un telegrama a Ubico solicitando el permiso
quien tenía locura napoleónica
Pág.221 hombre inflamado por locura napoleónica
por qué motivo mi apellido de adopción era Neruda.
Pág. 222 por qué
motivo mi llamaba yo Neruda sin haber nacido con ese apellido
Para publicar mis primeras poesías
Pág.223 Para
encubrir la publicación de mis primeros versos
que ahora ha dado tanto que hacer
Pág.224 que años
más tarde daría tanto que hacer
sucede que este barco no pasará más al norte de
Tocopilla, y por lo tanto, no tocará en Manzanillo
Pág.225 sucede
que este barco ha cambiado su itinerario y no tocará más en Manzanillo
No lo aceptaron
Pág.225 No
estuvieron de acuerdo
No se podía llegar a otra conclusión
Pág.226 En mi
cabeza se hizo la luz
Sólo a Soustelle y Medioni, acreditados oficialmente como
representantes del Movimiento del General de Gaulle y con acceso al Gobierno
mexicano
Pág.226 Sólo
estaba en relación directa con aquellos que habían sido acreditados
oficialmente como delegados del general De Gaulle y con acceso al gobierno
mexicano.
Entusiasmado argumenté con impaciencia ante la
impasibilidad de los franceses:
Pág.226 Argumenté
entusiasmado y luego impaciente ante la impasibilidad de los representantes gaullistas.
sáquenle el secreto a estos nipones
Pág.226 y
descubran el secreto de es tos agentes nipones
Rechacé la solicitud de visa de los japoneses, pero éstos
se proveyeron rápidamente de pasaportes diplomáticos y la Embajada de Chile se
encargó de que llegaran a tiempo para embarcarse en Tocopilla
Pág. 226 Ante mi
negativa a concederlos la visa, los japoneses se proveyeron rápidamente de pasaportes diplomáticos, acudieron a la
embajada de Chile, y llegaron a tiempo para embarcarse en Tocopilla.
Esta pretensión de algunas naciones sudamericanas
Pág.228 Las absurdas pretensiones racistas de algunas
naciones sudamericanas
Se pretende que unos cuantos snobs, escrupulosamente
blancos o blancuzcos, puedan presentarse en sociedad ante los arios puros o los
turistas sofisticados
Pág.228 Quieren montar un tinglado donde unos cuantos
snobs, escrupulosamente blancos o blancuzcos se presenten en sociedad,
gesticulando ante los arios puros o los turistas sofisticados
Desacerto
Apenas llegado muchos años después a Praga puse una flor
Pág.223 Apenas
llegado de Checoeslovaquia, muchos años después, puse una flor
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