Divisão dos Arquivos

O Blog Pablo Neruda Brasil está apresentado em quatro seções obedecendo à data de publicação da matéria:

Arquivo Cecilia Zokner

Os breves textos sobre a poesia de Pablo Neruda foram publicados sob a rubrica Literatura do Continente no jornal O Estado do Paraná, Curitiba e fazem parte, juntamente com outros textos versando sobre Literatura Latino-americana, do Blog http:\\www.literaturadocontinente.blogspot.com.br. Os demais, em outras publicações.

Arquivo Adriana

Chilena de Concepción, amiga desde 1964, quando convivemos em Bordeaux, ao longo dos anos me enviou livros e recortes de jornal sobre Pablo Neruda. Talvez tais recortes sejam hoje, apenas curiosos. Talvez esclareçam algo sobre o Poeta ou abram caminhos para estudos sobre a sua obra o que poderá, eventualmente, se constituir uma razão para divulgá-los.

Arquivo Delson Biondo

Doutor em Literatura na Universidade Federal do Paraná. No ano do centenário de nascimento de Pablo Neruda, convidei Delson Biondo, meu ex-aluno do curso de Letras para trabalharmos sobre “Las vidas del Poeta, as memórias de Pablo Neruda”, constituídas de dez capítulos, publicados, em espanhol, na revista O Cruzeiro Internacional, no ano de 1962. Iniciamos o nosso trabalho com a sua tradução, visando divulgar, no Brasil, esse texto do Poeta que somente anos mais tarde iria fazer parte de seu livro de memórias Confieso que he vivido. Todavia, várias razões impediram que a tradução fosse publicada no Brasil, mas continuamos a trabalhar sobre “Las vidas de Poeta” no que se referia aos aspectos formais comparativamente a esses mesmos textos que passaram a fazer parte de Confieso que he vivido. Além desse estudo comparativo, pretendíamos nos aproximar, minuciosamente de cada um dos capítulos de “Las vidas del Poeta”. A comparação foi realizada e o estudo do primeiro capítulo concluído. Estávamos já, terminando a redação do estudo do segundo capítulo quando Delson Biondo veio a falecer em maio de 2014. Assim, as notas comparativas dos textos nerudianos e o estudo do segundo capítulo de “Las vidas del Poeta” não foram concluídos. Penso que a eles nada devo acrescentar.

Arquivo Aberto

Arquivo Aberto à recepção de trabalhos escritos em português ou espanhol que tratem da obra de Pablo Neruda, obedeçam às normas da ABNT e sejam acompanhados de um breve curriculum do autor. Os trabalhos poderão ser enviados para publicação neste Blog pelo e-mail pablonerudabrasil@gmail.com.

4 de junho de 2016

Las vidas del Poeta. Memorias y recuerdos de Pablo Neruda. La calle oriental Capítulo cuarto

Arquivo Delson Biondo


He leído en algunos ensayos sobre mis trabajos que mi permanencia en Extremo oriente influye en algún sector de mi obra, especialmente en “Residencia en la tierra”. En verdad, mi único trabajo de aquel tiempo fue el de Residencia en la tierra, pero, sin atreverme a declararlo en forma atajante, me parece equivocado, eso de la influencia.
Todo el esoterismo filosófico confrontado con la vida real de los países orientales se revela como un subproducto de la inquietud, de la neurosis, de la desorientación y del oportunismo occidentales: es decir, de la crisis de principios en el capitalismo. Allí mismo, en la India, no había por aquellos años mucho sitio para las contemplaciones del ombligo profundo. Una vida de brutales exigencias materiales, una condición colonial de la más acendrada abyección, miles de muertos cada día, de cólera, de viruela, de fiebres y de hambre, organizaciones feudales desequilibradas por su inmensa población y su pobreza industrial, daban a la vida en todos los sitios una gran ferocidad en la que los reflejos místicos desaparecían.
Casi siempre los núcleos teosóficos eran explorados por aventureros occidentales, entre ellos, alguna parte de americanos del Norte y del Sur. No cabe duda que entre ellos había gente de buena fe disueltos en un mercado barato en que se vendían al por mayor amuletos y fetiches envueltos en pacotilla metafísica. Esta gente se llenaba la boca con el Dharma y el Yoga. Les encantaba la gimnasia religiosa, pero el fondo era sólo vacío y palabrería.
Por eso, el Oriente me impresionó como una grande y desventurada familia humana, sin dejar sitio en mi consciencia para sus ritos ni para sus dioses. No creo, pues, que mi poesía haya reflejado otra cosa que las sensaciones de soledad de un forastero en aquel mundo violento y extraño.
Por allá llegó a la YMCA, donde yo vivía, uno de estos turistas del ocultismo. Era vegetariano y conferenciante. Era un tipo pequeñito, de mediana edad, de total calva reluciente y clarísimos ojos azules, penetrantes y cínicos, de nombre Powers. Este norteamericano de California seguía la religión budista y sus conferencias terminaban siempre con la siguiente prescripción dietética: “Como lo decía Rockefeller, aliméntese con sólo una naranja al día”.
Este Powers me cayó simpático con su alegre frescura. Hablaba español y después de sus conferencias nos íbamos a comer juntos grandes panzadas de cordero asado (kebab) con cebolla. Era un budista teológico, no sé si legítimo o ilegítimo, pero su voracidad era más auténtica que sus conferencias. A la noche siguiente, metido en su smoking, volvía a Buda y a sus naranjas y disertaciones.
Pronto se enamoró de una muchacha mestiza enamorada de su smocking y de sus teorías, muchacha anémica, de mirada doliente, que lo creía un dios, un Buda vivo. Así comienzan las religiones.
Al cabo de algunos meses me vino a buscar un día para su nuevo casamiento. En su motocicleta, que lo proporcionaba una firma comercial para que vendiera  refrigeradores, dejamos velozmente atrás bosques, monasterios, arrozales. Llegamos por fin a una pequeña aldea china de habitantes chinos. Allí recibieron a Powers con cohetes y música, mientras la novia se sentaba, jovencita y maquillada de blanco como un ídolo, en una silla más alta que las otras. Al compás de la música tomamos limonadas de todos los colores. Nunca se habló Powers con su nueva esposa. Al parecer la ceremonia había terminado y regresamos juntos a la ciudad.
Yo estaba muy sorprendido, pero Powers me explicó que en ese rito sólo la novia se casaba y que las ceremonias continuarían con ella sola. Más tarde se iría a vivir con ella. Yo le observé esta poligamia, pero me dijo que su primera esposa estaría muy contenta.
En esto había tanta verdad como en la naranja de cada día, porque una vez que llegamos a su casa, a su primera casa, la mestiza doliente estaba agonizando con su taza de veneno en el velador y una carta de despedida. Su cuerpo moreno, totalmente desnudo, estaba inmóvil b ajo el mosquitero. Duró muchas horas su agonía.
Acompañe a Powers, a pesar de mi repulsión, porque me pareció ver que sufría de verdad. El cínico se había desmoronado cuando había dejado de ser dios. Fui con él a la ceremonia funeral. En la riera de un río se colocó aquel ataúd barato en un altillo de leña, a la que Powers aplicó fuego con un fósforo, murmurando frases rituales en sánscrito, todo según el rito budista.
Unos cuantos musicantes vestidos con túnicas anaranjadas salmodiaban y soplaban tristísimos instrumentos. La leña, igual en las cocinas que en las tumbas, se apagaba de pronto a medio consumir el ataúd, y vuelta a empezar con los fósforos. El río corría indiferente dentro de sus márgenes, el cielo azul eterno del Oriente demostraba también una absoluta indiferencia.
En aquel triste funeral solitario de la pobre abandonada, de entre todos los presentes, yo creo que sólo en mi corazón caía tanta pesadumbre, toda la soledad de aquella vida y de aquella muerte.
Mi vida oficial era inexistente. El quehacer llegaba una sola vez cada tres meses, al arribo de un barco de Calcuta, que transportaba parafina sólida y grandes cajas de té para Chile. Afiebradamente, debía timbrar y firmar documentos. Luego, otros meses de inacción, de observación solitaria de mercados y templos. Esta es la época más dolorosa de mi poesía.
La calle era mi religión. La calle birmana, la ciudad china con sus teatros al aire libre y sus dragones de papel, sus espléndidas linternas, la calle hindú la más humilde con aquellos templos en que la gente se prosternaba afuera en el barro, porque la religión no era otra cosa que el negocio de una casta, los mercados en que las hojas de Betel se levantaban en pirámides verdes, como montañas de malaquita, las pajarería, los sitios de venta de fieras y pájaros salvajes, las calles ensortijadas por las que transitaban la birmanas cimbreantes con un largo cigarro en la boca. Todo eso me absorbía, y poco a poco iba penetrando en el sortilegio de la vida real.
Si las castas tenían clasificadas la población india como en un teatro a paralelepípedo de galerías superpuestas encima de las cuales se sentaban los dioses, los ingleses mantenían también otras galerías de castas que iban desde el pequeño empleado de tienda, pasaban por los profesionales e intelectuales, seguían con los exportadores, para que al fin en todo ese aparato se sentaran cómodamente los aristócratas del Civil Service y los banqueros del Imperio.
Estos dos mundos no se tocaban. La gente del país no podía entrar en los sitios destinados a los ingleses y éstos vivían ausentes de la palpitación del país.
Tal cosa me trajo dificultades. Mis conocidos ingleses me vieron en un vehículo, “gharry”, cochecito de un solo caballo especializado en rodantes y efímeras citas galantes, y me advirtieron amablemente que esos vehículos no debían usarse por ningún motivo. Y por una vez más me intimaran que no debía sentarme en un restaurante persa, sitio pleno de vida, en que yo tomaba el té mejor del mundo en pequeñas tazas transparentes. Estas fueron las últimas advertencias. Después no me saludaron.
Yo me sentí feliz con este boycott. Aquellos europeos no eran muy interesantes y a fin de cuentas yo no había venido al Oriente a vivir con estos transeúntes, sino con el antiguo espíritu de aquel mundo. Continué con mis frecuentaciones y me entré tanto en el alma y la vida de ellas que me enamoré de una nativa.se vestía como una inglesa y su nombre en la calle era Josie Bliss, pero, en la intimidad de su casa, que pronto compartí, se despojaba de aquellas prendas y de aquel nombre para usar su deslumbrante sarong y su nombre birmano.
Había calles enteras dedicadas al opio. En cada local y sobre bajas tarimas se extendían los fumadores. Entré muchas veces a estos sitios. Me parecían los verdaderos lugares religiosos de la India. No tenían ningún lujo, ni tapicerías, ni cojines de seda. Todo era tablas sin pintar, pipas de bambú y almohadas de loza china. Había allí un aire de decoro y de austeridad que no existía en los templos. Os hombres adormecidos no hacían ni movimiento ni ruido.
Cada uno de estos centenares de miles de locales tenía licencia del gobierno inglés, que asumía el monopolio del opio, así como los holandeses en sus colonias vecinas y los mismos ingleses en China de entonces. En algunos de estos países las entradas del opio proporcionaban a los ingleses y holandeses el catorce por ciento de las rentas nacionales. Mientras tanto, en Ginebra, se pavoneaban los pulcros funcionarios de Inglaterra y de Holanda, perfectos gentlemen, perorando en contra de la venta clandestina del opio.-Estos chacales envenenan al mundo, decían en sus discursos, mientras que sus elegantes pantalones rayados eran tal vez comprados con el producto de aquellos sombríos y solemnes fumaderos del Imperio.
Tuve dificultades en mi vida privada. La dulce Josie Bliss fue reconcentrándose y apasionándose hasta enfermar de celos. Tal vez yo hubiera continuado siempre junto a ella. Sentía ternura hacia sus pies desnudos, las blancas flores que brillaban sobre su cabellera oscura, pero su temperamento la llevaba hasta un paroxismo salvaje. Sin causa alguna tenía celos y aversión a las cartas que me llegaban de lejos, a los telegramas que me escondía, al aire que respiraba.
A veces, de noche, me despertaba la luz encendida y creía ver una aparición detrás del mosquitero. Era ella, apenas vestida de blanco, blandiendo su largo cuchillo indígena, afilado como navaja de afeitar, paseando por horas alrededor de mi cama sin decidirse a matarme. Con eso, me decía, terminarían sus temores. Al día siguiente, preparaba curiosos ritos para asegurar mi fidelidad.
Por suerte, recibí un mensaje oficial que anunciaba mi traslado a Ceilán. Preparé mi viaje en secreto y un día, dejando mi ropa y mis libros, salí de casa como de costumbre y entré al barco que me llevaba lejos.
Dejaba a Josie, especie de pantera birmana, con el más grande dolor. Apenas comenzó el barco a sacudirse en las olas del Golfo de Bengala, empecé a escribir mi poema “Tango del viudo”, trágico trozo de mi poesía dedicado a la mujer que perdí y me perdió, porque en su sangre apasionada crepitaba sin descanso el volcán de la cólera.
[Sigue la reproducción de “Tango del viudo” con la referencia Residencia en la Tierra, 1er. Tomo]

O título do capítulo na Revista, “ La calle oriental” foi mudado em Confieso que he vivido para “La soledad luminosa”.


Estudo comparativo

A primeira transcrição se refere ao texto Las vidas del Poeta, Memorias y recuerdos de Pablo Neruda, publicado pela revista O Cruzeiro Internacional em 1962, reproduzido aqui e com a indicação em negrito do que foi mudado em Confieso que he vivido (Barcelona, Seix Barral, 1974). A segunda transcrição é antecedida da menção da página em que ocorreu a mudança em Confieso que he vivido.

Mudança de pontuação
Hablaba español y después
Pág. 121 Hablaba español. Después


monasterios, arrozales
Pág. 121 monasterios y arrozales


Dragones de papel, sus espléndidas linternas
Pág.122 dragones de papel y sus espléndidas linternas


Malaquita, las pajarerías, los sitios de venta de fieras y pájaros salvajes, las calles ensortijadas por las que transitaban
Pág.123 malaquita. Las pajarerías, los sitios de venta defieras y pájaros salvajes. Las calles ensortijadas por las que transitaban


los dioses, los ingleses mantenían
los dioses. Los ingleses mantenían


La gente del país no podía entrar en los sitios destinados a los ingleses y estos vivían ausentes de la palpitación del país.
            Tal cosa me trajo dificultades.
Pág. 123 La gente del país no podía entrar a los sitios destinados a los ingleses, y los ingleses vivían ausentes de la palpitación del país. Tal situación me trajo dificultades.


Se vestía como una inglesa y su nombre en la calle era Josie Bliss, pero, en la intimidad de la casa, que pronto compartí
Pág. Se vestía como una inglesa y su nombre de calle era Josie Bliss. Pero en la intimidad de su casa, que pronto compartí


las blancas flores que brillaban sobre su cabellera oscura, pero su temperamento la llevaba
Pág.124 las blancas flores que brillaban sobre su cabellera oscura. Pero su temperamento la conducía


Hablaba español y después de sus conferencias nos íbamos a comer juntos grandes panzadas de cordero asado (kebab) con cebolla.
Pág.121 Hablaba español. Después de sus conferencias nos íbamos a devorar juntos grandes panzadas de cordero asado (kebab) con cebolla.


Luego, otros tres meses de inacción,
Pág. 122 Luego vendrían otros tres meses de inacción,


dragones de papel, sus espléndidas linternas
Pág.  123 dragones de papel y sus espléndidas linternas


Sin causa alguna tenía celos y aversión a las cartas que me llegaban de lejos, a los telegramas que me escondía, al aire que respiraba.
Pág. 124 Tenía celos y aversión a las cartas que me llegaban de lejos; escondía mis telegramas sin abrirlos; miraba con rencor el aire que yo respiraba.


Grafia de palabras estrangeiras

Boycott
Pág.123 boicot


Mudança de caracteres gráficos

Imperio
Pág. 123 empire


gharry
Pág. 123 gharry

Acréscimo de palabra

una condición colonial de la más acendrada abyección
Pág.120  una condición colonial cimentada en la más acendrada abyección


No creo, pues, que mi poesía haya reflejado otra cosa
Pág. 120 No creo, pues, que mi poesía de entonces haya reflejado otra cosa


a una pequeña aldea china
Pág. 121 a una pequeña aldea de construcción china


Con una voracidad más auténtica que sus conferencias
Pág. 121 con una voracidad más auténtica que el contenido de sus conferencias


Pronto se enamoró de una muchacha mestiza
Pág. 121 Pronto se prendó primero de na muchacha mestiza


Hablaba español y después de sus conferencias nos íbamos a comer juntos grandes panzadas de cordero asado (kebab) con cebolla.
Pág. 121 Hablaba español. Después de sus conferencias nos íbamos a devorar juntos grandes panzadas de cordero asado (kebab) con cebolla.


muchacha anémica
Pág. 121 señorita anémica,


de habitantes chinos
Pág. 121 y habitantes chinos


Luego, otros meses de inacción, de observación solitaria de mercados y templos
Pág.122 Luego vendrían otros tres meses de inacción de observación de mercados y templos


En un vehículo “gharry”
Pág. 123 en un vehículo denominado “gharry”


Aquellos europeos no eran muy interesantes ya a fin de cuentas yo no había venido al Oriente a vivir con estos transeúntes
Pág 123 Aquellos europeos prejuiciosos no eran muy interesantes que digamos y, a fin de cuentas, yo no había venido a Oriente a convivir con colonizadores transeúntes


su nombre birmano
Pág. 124 su recóndito nombre birmano


Sentía ternura hacia sus pies desnudos, las blancas flores
Pág. 124 Sentía ternura hacia sus pies desnudos, hacia las blancas flores


salí de casa
Pág. 124 salí de la casa


Dejaba a Josie
Pág. 124 Dejaba a Josie Bliss



Substituição de palabras

en un mercado barato en que se vendían
Pág. 120 un mercado barato donde se vendían


la crisis de principios  en el capitalismo
Pág. 120 La crisis de principios del capitalismo


su pobreza industrial, daban a la vida
Pág. 120 su pobreza industrial, imprimían a la vida


Casi siempre los núcleos teosóficos eran explotados por aventureros
Pág. 120 Casi siempre los núcleos teosóficos eran dirigidos por aventureros


entre ellos, alguna parte de americanos del Norte y del Sur.
Pág. 120 sin faltar americanos del Norte y del Sur


Esta gente se llenaba la boca con el Dharma y el Yoga
Pág. 120 Esa gente se llenaba la boca con el Dharma y el Yoga


Les encantaba la gimnasia religiosa, pero el fondo era sólo vacío y palabrería.
Pág. 120 Les encantaba la gimnasia religiosa impregnada de vacío y palabrería.


Por eso, el Oriente
Pág. 120 Por tales razones, el Oriente


sin dejar sitio en mi consciencia
Pág. 120 sin destinar sitio en mi consciencia


imprimían a la  vida una gran ferocidad
Pág.  120 daban a la vida una gran ferocidad


Hablaba español y después de sus conferencias nos íbamos a comer juntos grandes panzadas de cordero asado (kebab) con cebolla.
Pág. 121 Hablaba español. Después de sus conferencias nos íbamos a devorar juntos grandes panzadas de cordero asado (kebab) con cebolla.


Pronto se enamoró de una muchacha mestiza enamorada de su smoking
Pág.121 Pronto se prendó de una muchacha enamorada de su smoking


muchacha anémica
Pág. 121 señorita anémica,


de habitantes chinos
Pág. 121 y habitantes chinos


Duró muchas horas su agonía.
Pág. 121 Duró varias horas su agonía.


Este Powers me cayó simpático con su alegre frescura
Pág. 121 Este Powers me cayó simpático por su alegre frescura


Después de sus conferencias nos íbamos a comer juntos
Pág. 121 Después de sus conferencias nos íbamos a devorar juntos


pero su voracidad era más auténtica que sus conferencias
Pág. 121 con una voracidad más auténtica que el contenido de sus conferencias


Luego, otros meses de inacción, de observación solitaria de mercados y templos
Pág.122 Luego vendrían otros tres meses de inacción de observción


los mercados en que las hojas de Betel
Pág. 123 los mercados donde las hojas de Betel


Y poco a poco iba penetrando en el sortilegio de la vida real
Pág. 123 y me iba sumergiendo poco a poco en el sortilegio de la vida real


Como en un teatro a paralelepípedo
Pág. 123 como en un coliseo a paralelepípedo


Encima de las cuales se sentaban los dioses
Pág. 123 en cuyo tope se sentaban los dioses


Los ingleses mantenían también otras galerías de castas
Pág. 123 Los ingleses mantenían a su vez su escalafón de asas


otras galerías de castas que iban desde el pequeño empleado de tienda, pasaban por los profesionales e intelectuales, seguían con los exportadores,
Pág. 123 su escalafón de castas que iba desde el pequeño empleado de tienda, pasaba por los profesiones e intelectuales, seguía con los exportadores


La gente del país no podía entrar en los sitios destinados a los ingleses
Pág. 123 La gente del país no podía entrar a los sitios destinados a los ingleses


éstos vivían ausentes de la palpitación del país
Pág. 123 los ingleses vivían ausentes de la palpitación del país


Tal cosa me trajo dificultades.
Pág. 123 Tal situación me trajo dificultades


Mis conocidos ingleses
Pág. 123 Mis amigos ingleses


Y por una vez me intimaran
Pág.123 También me intimaran


En que yo tomaba
Pág.123 donde yo tomaba


Estas fueran sus últimas advertencias
Pág.123 Estas fueron las últimas amonestaciones


Después no me saludaron
Pág. 123 Después dejaron de saludarme


Yo me sentí feliz con este boycott
Pág. 123 Yo me sentí feliz con el boicot


Su nombre en calle era Josie Bliss
Pág.124 su nombre de calle era Josie Bliss


se despojaba de aquellas prendas
Pág. 124 se despojaba de tales prendas


de aquel nombre
Pág. 124 de tal nombre


Tal vez yo hubiera continuado siempre junto a ella
Pág. 124 De no ser por eso, tal vez yo hubiera continuado indefinidamente junto a ella


Pero su temperamento la llevaba hasta un paroxismo salvaje
Pág. 124 pero su temperamento la conducía hasta un paroxismo salvaje


Por suerte, recibí un mensaje oficial que anunciaba mi traslado a Ceilán.
Pág. 124 Por suerte, recibí un mensaje oficial que me participaba mi traslado a Ceilán;


Y entré al barco
Pág. 124 y subí al barco


Dejando mi ropa y mis libros
Pág. 124 abandonando mi ropa y mis libros


empecé a escribir mi poema
Pág. 124 empecé a escribir el poema


Me parecían los verdaderos lugares religiosos de la India
Pág. 126 Eran los verdaderos lugares religiosos de la India


Había allí un aire de decoro y de austeridad que no existía en los templos
Pág. 126 Flotaba un aire de decoro y de austeridad que no existía en los templos


Eliminação de palabras


No cabe duda que entre ellos había gente de buena fe disueltos en un mercado barato
Pág. 120 No cabe duda que entre ellos había gente de buena fe, pero la generalidad explotaba un mercado barato


Allí mismo, en la India
Pág. 120 En la India


Daban a la vida en todos los sitios una gran ferocidad
Pág.120 imprimían a la vida una gran ferocidad


Allí recibieron a Powers con cohetes y música
Pág 121 Recibieron a Powers con cohetes y música


Si las castas tenían clasificada la población india
Pág.123 Las castas tenían clasificada la población india


cochecito de un solo caballo especializado en rodantes y efímeras citas galantes
Pág. 123 cochecito especializado en rodantes y efímeras citas galantes


Sin causa alguna tenía celos y aversión a las cartas que me llegaban de lejos,
Pág. 124 Tenía celos y aversión a las cartas que me llegaban de lejos;


en su sangre apasionada crepitaba sin descanso el volcán de la cólera
Pág. 125 en su sangre crepitaba sin descanso el volcán de la cólera


En cada local y sobre tarimas se extendían los fumadores. Entré muchas veces a estos sitios. Me parecían los verdaderos lugares religiosos de la India.
Pág. 126 Sobre bajas tarimas se extendían los fumadores…Eran los verdaderos lugares religiosos de la India.


No hacían ni movimiento ni ruido.
Pág. 126 no hacían movimiento ni ruido…


generalidad explotaba un mercado barato  donde se vendían al por mayor amuletos y fetiches exóticos envueltos en pacotilla metafísica.


Al día siguiente preparaba curiosos ritos para asegurar mi fidelidad
            Por suerte recibí un mensaje oficial que anunciaba mi traslado
Pág. 124 Al día siguiente celebraba misteriosos ritos en resguardo de mi felicidad.
            Acabaría por matarme. Por suerte, recibí un mensaje oficial que me participaba mi traslado


Tal vez yo hubiera continuado siempre junto a ella.
Pág. 124 De no ser por eso, tal vez yo hubiera continuado siempre junto a ella.


Acréscimo de frase

No cabe duda que entre ellos había gente de buena fe disueltos en un mercado barato en que se vendían al por mayor amuletos y fetiches exóticos envueltos en pacotilla metafísica.


Luego, otros tres meses de inacción,
Pág.  122 Luego vendrían otros tres meses de inacción


Eliminação de frase

Era un budista teológico, no sé si legítimo o ilegítimo, pero su voracidad era más auténtica que sus conferencias. A la noche siguiente, metido en su smoking, volvía a Buda y a sus naranjas en sus disertaciones.
            Pronto se enamoró de una muchacha mestiza
Pág.121 Era un budista teológico, no sé si legítimo o ilegítimo, con una voracidad más auténtica que el contenido de sus conferencias.
            Pronto se prendó de una muchacha mestiza


Eliminação de Parágrafo

Cada uno de estos centenares de locales tenía licencia del gobierno inglés, que asumía el monopolio del opio, así como los holandeses en sus colonias vecinas y los mismos ingleses en la China de entonces. En algunos de esos países las entradas del opio proporcionaban a ingleses y holandeses el catorce por ciento de las rentas nacionales. Mientras tanto, en Ginebra, se pavoneaban como pulcros funcionarios de Inglaterra y de Holanda, perfectos gentlemen, perorando en contra de la venta clandestina del opio. – Estos chacales envenenan al mundo, decían en sus discursos mientras que sus elegantes pantalanes rayados eran tal vez comprados con el producto de aquellos sombríos y solemnes fumaderos del Imperio.
Pág. 124


Mudanças sintáticas

Todo el esoterismo filosófico confrontado con la vida real de los países orientales
Pág. 120 Todo el esoterismo filosófico de los países orientales, confrontando con la vida real


un Buda vivo
Pág. 121 un viviente Buda


el té mejor del mundo
Pág. 123 el mejor té del mundo


Y poco a poco iba penetrando en el sortilegio de la vida real
Pág.123 y me iba sumergiendo poco a poco en el sortilegio de la vida real


Mudança de tempo verbal

Todo el esoterismo filosófico confrontado con la vida real de los países orientales se revela
Pág. 120 Todo el esoterismo filosófico de los países orientales se revelaba


se revela como un subproducto de la inquietud
Pág. 120 se revelaba como un subproducto de la inquietud


se sentaran cómodamente los aristócratas del Civil Service
Pág. 123 se sentaban cómodamente los aristócratas del Civil Service y los banqueros del empire.

Reescrita

No creo, pues, que mi poesía haya reflejado otra cosa que las sensaciones de soledad de un forastero en aquel mundo violento y extraño
Pág. 121 No creo, pues, que mi poesía de entonces haya reflejado otra cosa que la soledad de un forastero trasplantado a un mundo violento y extraño.


Por allá llegó a la YMCA, donde yo vivía, uno de estos turistas del ocultismo. Era vegetariano y conferenciante
Pág. 121 Recuerdo a uno de aquellos turistas del ocultismo, vegetariano y conferenciante.


Era un tipo pequeñito, de mediana edad, de total calva reluciente y clarísimos ojos azules, penetrantes y cínicos, de nombre Powers. Era norteamericano, de California, profesaba la religión budista y sus conferencias concluían siempre con la siguiente prescripción dietética:
Pág. 121 Era un tipo pequeñito, de mediana edad ,calva reluciente y total, clarísimos ojos azueles, mirada penetrante y cínica, de apellido Powers. Venía de Norteamérica, de Califórnia, profesaba la religión budista, y sus conferencias concluían siempre con la siguiente prescripción dietética:


Pero su voracidad era más auténtica que sus conferencias.
Pág. 121 pero con una voracidad más auténtica que el contenido de sus conferencias.


Al cabo de algunos meses me vino a buscar un día para su nuevo casamiento
Pág. Al cabo de algunos meses de ese amor me vino a buscar un día para que presenciara un nuevo casamiento suyo.


En su motocicleta, que le proporcionaba una firma comercial para que vendiera refrigeradores
Pág. 121 En su motocicleta, que le proporcionaba una firma comercial a la cual servía como vendedor de refrigeradoras


Mientras la novia se sentaba, jovencita y maquillada de blanco como un ídolo
Pág. 121 mientras la novia jovencita permanecía sentada, maquillada de blanco como un ídolo


Nunca se habló Powers con su nueva esposa.
Pág. 121 En ningún momento se dirigieron la palabra Powers y su nueva esposa.


sus espléndidas linternas,  la calle hindú, la más humilde  con aquellos templos en que la gente se prosternaba afuera en el barro, porque la religión no era otra cosa que el negocio de una casta.
Pág. 123 sus espléndidas linternas. La calle hindú, la más humilde, con sus templos que eran el negocio de una casta y la gente pobre prosternada afuera en el barro.


Mi vida oficial era inexistente. El quehacer llegaba una sola vez cada tres meses al arribo de un barco de Calcuta
Pág.  122 Mi vida oficial funcionaba una sola vez cada tres meses, cuando arribaba un barco de Calcuta


sino con el antiguo espíritu de aquel mundo. Continué con mis frecuentaciones y me entré tanto en el alma y la vida de ella ,que me enamoré de una nativa.
Pág.123 sino con el antiguo espíritu de aquel mundo, con aquella grande y desventurada familia humana. Me adentré tanto en el alma y la vida de esa gente, que me enamoré de una nativa.


Para que al fin en todo este aparato se sentaran cómodamente los aristócratas del Civil Service y los banqueros del Imperio
Pág. 123 culminaba con la azotea del aparato en el cual se sentaban cómodamente los aristócratas del Civil Service u los banqueros del empire.


Que esos vehículos no debían usarse por ningún motivo
Pág. 123. que un cónsul como yo no debía usar esos vehículos por ningún motivo


Al día siguiente preparaba curiosos ritos para asegurar mi fidelidad
            Por suerte recibí un mensaje oficial que anunciaba mi traslado
Pág. 124 Al día siguiente celebraba misteriosos ritos en resguardo de mi felicidad.
            Acabaría por matarme. Por suerte, recibí un mensaje oficial que me participaba mi traslado


Aquellos europeos no eran muy interesantes y a fin de cuentas yo no había venido al Oriente a vivir con estos transeúntes, sino con el antiguo espíritu de aquel mundo. Continué con mis frecuentaciones y de entré tanto el alma y la vida de ellas, que me enamoré de una nativa.
Pág.123 Aquellos europeos prejuiciosos no eran muy interesantes que digamos y, a fin de cuentas, yo no había venido a Oriente a convivir con colonizadores transeúntes, sino con el antiguo espíritu de aquel mundo, con aquella grande y desventurada familia humana. Me adentré tanto en el alma y la vida de esa gente, que me enamoré de una nativa.


Al día siguiente preparaba curiosos ritos para asegurar mi fidelidad
            Por suerte recibí un mensaje oficial que anunciaba mi traslado
Pág. 124 Al día siguiente celebraba misteriosos ritos en resguardo de mi felicidad.
            Acabaría por matarme. Por suerte, recibí un mensaje oficial que me participaba mi traslado

           
            A veces, de noche, me despertaba la luna encendida y creía ver una aparición detrás del mosquitero. Era ella, apenas vestida de blanco, blandiendo su largo cuchillo indígena, afilado como navaja de afeitar, aseando por horas alrededor de mi cama sin decidirse a matarme. Con eso, me decía, terminarían sus temores. Al día siguiente preparaba curiosos ritos para asegurar mi fidelidad.
Pág. 124 A veces me despertó una luz, un fantasma que se movía detrás del mosquitero. Era ella, vestida de blanco, blandiendo su largo y afilado cuchillo indígena. Era ella paseando horas enteras alrededor de mi cama sin decidirse a matarme. “Cuando te mueras se acabarán mis temores”, me decía. Al día siguiente celebraba misterioso ritos en resguardo de mi fidelidad


            He leído en algunos ensayos sobre mis trabajos que mi permanencia en Extremo Oriente influye en algún sector de mi obra, especialmente en “Residencia en la Tierra”. En verdad, mi único trabajo de aquel tiempo fue el de Residencia en la Tierra, pero, sin atreverme a declararlo en forma tajante, me parece equivocado, eso de la influencia.
Pág. 120 He leído en algunos ensayos sobre mi poesía que mi permanencia en Extremo oriente influye en determinados aspectos de mi obra, especialmente en Residencia en la tierra. En verdad, mis únicos versos de aquel tiempo fueron los de Residencia en la tierra, pero, sin atreverme a sostenerlo en forma tajante, digo que me parece equivocado eso de la influencia.


Al parecer la ceremonia había terminado y regresamos juntos a la ciudad.
            Yo estaba muy sorprendido, pero Powers me explicó que en ese rito sólo la novia se casaba y que las ceremonias continuarían con ella sola. Más tarde se iría a vivir con ella.  Yo le observé esta poligamia, pero me dijo que su primera esposa estaría muy contenta.
Pág. 121 Regresamos a la ciudad. Powers me explicó que en ese rito sólo la novia se casaba. Las ceremonias continuarían sin necesidad de que él estuviera presente. Más tarde regresaría a vivir con ella.
-       Se da usted cuenta de que está practicando la poligamia? – le pregunté.
-       Mi otra esposa lo sabe y estará muy contenta – respondió


    En esto había tanta verdad como en la naranja de cada día, porque una vez que llegamos a su casa, a su primera casa, la mestiza doliente estaba agonizando con su taza de veneno en el velador y una carta de despedida.
Pág. 122 En esa afirmación suya había tanta verdad como en su historia de la naranja de cada día. Una vez que llegamos a su casa, la casa de su primera mujer, hallamos a ésta, una mestiza doliente, agonizando con su taza de veneno en el velador y una carta de despedida.


          Acompañé a Powers, a pesar de mi repulsión, porque me pareció ver que sufría de verdad. El cínico se había desmoronado cuando había dejado de ser dios. Fui con él a la ceremonia funeral. En la ribera de un río se colocó aquel ataúd barato en un altillo de leña, a la que Powers aplicó fuego con un fósforo, murmurando frases rituales en sánscrito, todo según el rito budista.
         Unos cuantos musicantes vestidos con túnicas anaranjadas salmodiaban y soplaban tristísimos instrumentos. La leña, igual en las cocinas que en las tumbas se apagaban pronto, a medio consumir, y vuelta a empezar con los fósforos. El río corría indiferente dentro de sus márgenes, el cielo azul eterno del riente demostraba también una absoluta indiferencia.
         En aquel triste funeral solitario de la pobre abandonada, de entre todos los presentes, yo creo que sólo en mi corazón caía tanta pesadumbre, toda la soledad de aquella vida y de aquella muerte.
Pág. 122 Acompañe a Powers, a pesar de que comenzaba a sentirlo repulsivo, porque sufría evidentemente. El cínico que llevaba por dentro se había desmoronado. Acudí con él a la ceremonia funeral. En la ribera de un río colocamos el ataúd barato sobre un altillo de leña. Powers aplicó fuego a las chamizas con un fósforo, murmurando frases rituales en sánscrito.


        Mi vida social era inexistente. El quehacer llegaba una sola vez cada tres meses, al arribo de un barco de Calcuta, que transportaba parafina sólida y grandes cajas de té para Chile.

Pág.122 Mi vida oficial funcionaba una sola vez cada tres meses, cuando arribaba un barco de Calcuta que transportaba parafina sólida y grandes cajas de té para Chile.

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