“Tú mi enemiga de tanto sueño
roto de Ia misma manera/ que erizadas plantas de vidrio, lo mismo que campanas/
deshechas de manera amenazante, tanto como disparos/ de hiedra negra en medio
del perfume,/ enemiga de grandes caderas que mi pelo han tocado/ con un ronco
rocío, con una lengua de agua...”. Así comienza Ia segunda estrofa del poema
"Las furias y Ias penas", recogido por Neruda en su libro Tercera residencia (1947), aunque
publicado anteriormente en dos opúsculos, uno en Santiago y otro en Buenos
Aires, ambos de 1939.
EI poeta incluye una advertencia
en Ia que señala haberlo escrito el año 1934, en España. Luego de aludir al
destino de ese país tras Ia Guerra Civil - "una cintura de ruinas" -,
en Ia versión de 1947, Neruda afirma: "El mundo ha cambiado y mi poesía ha
cambiado. Una gota de sangre caída en estas líneas quedará viviendo sobre ellas, indeleble como el amor".
A afines de los años 60, en Isla
Negra, el investigador Hernán Loyola se atrevió a preguntarle al poeta quién
era, en Ia realidad, Ia "enemiga" del poema. Tras unos segundos de
silencio, Neruda le respondió sin mirarlo: "Ia mujer de Carpentier".
No añadió más y hasta el día de hoy LoyoIa se arrepiente de no haberle pedido
más detalles. Aunque el poeta no le dijo que mantuviera el secreto, su biógrafo
guardó reserva durante décadas. Primero, por respeto a Carpentier, que murió en
1980, y luego porque necesitaba establecer con certeza a cuál de Ias mujeres del
escritor cubano aludía esta confesión. Tras muchas pesquisas, Loyola llegó al convencimiento
de que se trataba de Eva Fréjaville, francesa nacida en 1913 y fallecida en
1998. Hija del crítico de teatro y arte Gustave Fréjaville, muy estimado por
los surrealistas, aunque otras versiones Ia dan por hija natural del pintor
mexicano Diego de Rivera. Atractiva, seductora, devota de Marcel Proust, Eva
fue Ia amante: "con ligamen más bien fluido", Loyola dixit - de Alejo
Carpentier en sus tiempos parisinos, y se convirtió en su primera esposa apenas
desembarcaron en Cuba, el año 1939. El matrimonio duró sólo un mes: Eva se enamoró
del pintor Carlos Enríquez. Lo visitaban con frecuencia en su alegre casa -
estudio, conocida como El hurón azul, donde Eva posó desnuda varias veces para
el artista. La leyenda dice que se fue con él un día en que los tres paseaban
en automóvil por el Malecón. Enríquez le habría preguntado si prefería seguir
con Carpentier o irse con él. La respuesta fue clara. El artista, al volante,
invitó al escritor a bajar del auto. Años más tarde, Carpentier se vengaría
retratando a su ex mujer en el desagradable personaje Mouche, de Los pasos
perdidos (1953).
Flirt clandestino en Madrid
El segundo matrimonio de Eva duró
más que el primero, pero los celos y el alcoholismo de Enríquez se fueron
acentuando y Eva terminó por fugarse con una lesbiana inglesa. Se casó luego
con un médico comunista, publicó el ensayo Marcel Proust desde el trópico
(1942), organizo tertulias a Ias que asistía Virgilio Piñera, y huyó a Francia
en 1961, luego del triunfo de Ia revolución. Murió a los 85 años en Estados
Unidos. Hernán Loyola deduce que a Neruda lo conoció en diciembre de 1934,
durante un viaje de Carpentier a Madrid, invitado por Federico García Lorca al
estreno de "Yerma" .El investigador supone que Eva “se Ias ingenió para
vivir con el poeta chileno un fugaz pero Intenso flirt clandestino antes de
regresar a París". En junio de 1935, Neruda viajó a Ia capital de Francia
como delegado al congreso internacional de escritores antifascistas y se
reencontró con Eva en Ia casa de Carpentier y posiblemente en otros lugares.
Sobre Ia naturaleza física de Ia
relación Neruda-Fréjaville no dejan lugar a dudas los versos de "Las
furias y Ias penas" (Tus piernas que se adhieren al sol dando gemidos,/ y
tus tetas de nácar y tus pies de amapola"), que Neruda comenzó a escribir
a afines de 1934 y completó en julio del año siguiente, a su regreso del viaje
a Paris, según logra establecer Loyola.
El investigador postula, además, que el
reencuentro con Eva en París "no respondió del todo a Ias expectativas de
Pablo". Para Ia intelectual y sexualmente inquieta Eva Fréjaville el
escritor chileno era una conquista más. Por eso el largo poema acumula erotismo,
cólera y desilusión. Las furias y Ias penas del título y del epígrafe de
Quevedo. Y en ese mismo orden. A partir de ciertos indicios del texto, Loyola
conjetura audaces cartas (perdidas), encuentros íntimos, plantones y
desoladoras noticias de citas entre Eva y otros escritores, incluido un
"peruano rojo" que podría ser César Vallejo. ¿No irá muy lejos
Loyola? Por momentos pareciera que sí, pero Ias pruebas documentales que aporta
son tan convincentes como sus deducciones lógicas. Experto en Ia obra total de
Neruda, establece comparaciones con musas de poemas anteriores. Eva es Ia
"Enemiga" como Josie Bliss fue Ia "Maligna" en el
"Tango del viudo". Calificativos hostiles, sin duda, a los que el
autor nos tiene habituados. Las relaciones de Neruda suelen terminar mal,
recuerda Loyola, y remata: "sólo que entonces había amor de por medio".
Eva, en cambio, no siente nada por Neruda. Sólo hay una pasión erótica, como Ia
que hubo con A1bertirta Azócar en los años 20. Autentica, pero defraudada.
La mujer como fundamento de Ia poesía
es una aspiración común de las 'vanguardias. EI mismo año que Neruda se enamora
de Ia coqueta Fréjaville, André Breton conoce a Jacqueline Lamba, que influye
poderosamente en Ia escritura de su novela corta L'amour fou (1937), como antes había hecho otra mujer en Nadja (1928). Sin embargo, Lamba no se
resigna al rol pasivo de musa y reivindica sus propias ambiciones artísticas.
La separación llega en 1942. Según Loyola, Neruda también fracasa en su proyecto
de sostener en Ia mujer Ia "misión profética" de su poesía. La nueva
derrota que le inflige Fréjaville lo obliga a aceptar Ia disociación
"erotismo/amor". Primero, rendido a Ia norma social en su matrimonio
con Maruca Hagenaar, y luego en su vida semiclandestina con Delia, a quien ama
de veras, pero sin pasión.
Reencuentro en La Habana
A mediados de 1935, el matrimonio
Neruda-Hagenaar se hunde. Delia del Carril se va a vivir con ellos y Malva
Marina. "Un drama que terminará mal", pronostica Morla .Lynch en su
diario (19 de junio). Tres meses después, Carpentier está de nuevo en Madrid,
de vacaciones, y retoma el contacto con Neruda. EI cubano se interesa en Ia
revista que Neruda acaba de fundar: Caballo verde. Entusiasmo que el poeta
alimenta para reencontrarse con Eva. Sin éxito. "Así es Ia vida,/ corre tú
entre Ias hojas, un otoño/ negro ha llegado", se despide el poeta en Ias
últimas estrofas de "Las furias y Ias penas". Loyola cree probable un
nuevo reencuentro en 1937 durante los meses en que Pablo Neruda y Delia del
Carril permanecieron en Paris, pues vivían muy cerca del departamento del"
escritor francés" Alejo Carpentier, como lo llamaría despectivamente
Neruda en sus memorias, por su adhesión a Ia agresiva carta abierta firmada por
los intelectuales cubanos en 1966.
Fréjaville fue Ia primera esposa de
Alejo Carpentier
Los ex amantes se volverán a ver
entre marzo y abril de 1942, durante el viaje de Neruda y Delia del Carril a La
Habana. Ambos frecuentan al matrimonio Enríquez-Fréjaville, según lo prueba una
carta enviada en 1943 por Eva al poeta español Manuel Altolaguirre (exiliado en
México): "Muchos besos a Hormiguita y abrazos a Pablo". Sólo abrazos
-destaca Loyola -, distinción que le parece revelar en modo inconsciente, en
vez de ocultar, el secreto ligamen que Ia une al poeta".
Cuando en 1943 Neruda publica en
México el opúsculo Canto general de
Chile, que anticipa poemas del Canto
general (1950), hace incluir al final del libro el listado de suscriptores
según el orden alfabético de los nombres. No de los apellidos. En Ia
"E" figura "Eva de Carlos Enriquez". Con E, de enemiga. Y
de enigma. Uno de los secretos mejor guardados por Neruda, sobre el que mantuvo
absoluto silencio, tal como lo hizo respecto de su hija Malva Marina. Omisión
que, a juicio de Loyola, indica Ia importancia del personaje en Ia vida del
poeta.
Arquivo Adriana - El
Mercurio, Santiago, 10 junio 2012