GONZALO CRUZAT
Decenas de personas esperaban la llegada el carguero francés |
VALPARAISO - Con una emotiva ceremonia realizada en el Muelle Prat se conmemoraron ayer los 65 años de la llegada a este puerto del carguero "Winnipeg", con 2.500 refugiados españoles que huyeron de la guerra civil o fueron rescatados de campos de concentración.
Por Neruda
Se trató de una actividad artística-cultural que contó con la concurrencia de cerca de un centenar de los aproximadamente 400 hombres y mujeres que aún viven, y que llegaron el 3 de septiembre de 1939 a nuestro país.
En el encuentro conmemorativo se recordó parte de lo que fue el viaje desde Francia y de la llegada a Valparaíso.
Todo ello en el marco del centenario del natalicio de Pablo Neruda, quien (por encargo del Presidente Pedro Aguirre Cerda) hizo los preparativos para el traslado de los refugiados a Chile.
El largo viaje
La conmemoración del hecho estuvo a cargo del intendente, Luis Guastavino; del ministro de Cultura, José Weinstein, y del pintor José Balmes, Premio Nacional de Arte y miembro del Consejo Nacional de la Cultura, organizadores de este evento.
Balmes y Román Pascual García rememoran con nitidez lo que fue el embarque en el puerto francés de Trompeloup-Pauillac en los primeros día de agosto de 1939 y la travesía del Atlántico.
Resaltan el arduo trabajo del poeta Pablo Neruda para lograr el embarque de los refugiados y cómo éstos llegaban desde distintos puntos de Francia con la esperanza de la libertad reflejada en sus rostros, sobre todo ante la amenaza latente de la Segunda Guerra Mundial, que se desató a su llegada a nuestro país.
Balmes recuerda -pese a sus entonces 12 años- cómo Pablo Neruda y Delia del Carrial, vestidos de blanco y con sombrero, en ese verano de 1939, recibían la avalancha de hombres, mujeres y niños. Dice que allí, junto al "Winnipeg", que estaba pegado al malecón, se les otorgaron, en nombre de Chile, papeles con timbres y fotos que los convertían nuevamente en ciudadanos. Añade que el viaje fue casi interminable, porque se trataba de un barco que había sido carguero de pescado. Sus camarotes eran literas de seis camas de madera. Pero la esperanza de seguir con vida y gozar de la libertad mitigaba la dureza del viaje, que tuvo recaladas en dos islas francesas.
El mayor alivio
El paso del Canal de Panamá fue el mayor alivio, recuerda García, que tenía 21 años y que había combatido en la guerra durante 3 años, y se había fugado de un campo de concentración.
Rememora que la travesía del océano Atlántico se hizo en medio del temor de que el barco fuera hundido por los submarinos alemanes. Y cuenta que podían ver incluso los periscopios de estos submarinos, dado que la Segunda Guerra Mundial se aproximaba y que se declaró cuando llegaron a Chile.
A bordo se les hacía clases a los niños, y había un pequeño hospital y comedor para los enfermos. Incluso en el viaje murió una persona, pero nació una niña, que fue bautizada con el nombre de América Winnipeg.
Entre los refugiados españoles que llegaron en el "Winnipeg" hay destacadas figuras del quehacer nacional, en el desarrollo de actividades productivas, comerciales, de la medicina, y, especialmente, de las artístico-culturales e intelectuales.
Entre muchas de ellas están el pintor José Balmes, el ya desaparecido historiador Leopoldo Castedo; la pintora Roser Bru; el historiador, escritor y hombre de teatro José Ricardo Morales; el profesor y diseñador gráfico Mauricio Amster; el periodista deportivo Isidro Corbinos, y los tres hermanos Pey: Víctor, Raúl (ingenieros) y Diana (música).
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